tránsito
Desde la orilla despreocupada,
desde, donde van a partir azarosos
miran aterrados acercarse,
con zozobra y desconsuelo
inexorablemente la barca de Caronte.
Dos jóvenes,
atolondrados e ignorantes
tan lerdos que se las saben todas
se acercan con el paso autómata
de las contradicciones adolescentes y curiosas
hasta que la bofetada de la gran mano
con una palma grande, en forma de circulo, color confirmación
y cinco dedos largos, tan largos
como cinco semanas de retraso, sacude los cimientos,
vagamente apuntalados de su incipiente vida.
Los jóvenes, en abrazo doliente
surcan su particular Estigia
mientras Caronte sigue bogando incansable
en dirección al reino de Hades
de la cruel naturalidad de la vida.
Los jóvenes, juntan sus hombros y sus cabezas,
junto a Arcadia, consolándose y pidiéndole explicaciones
al inframundo pastillero y tecno-house
ella, aferrando el test de embarazo
el, con el óbolo de ambos, para el barquero,
sus ahorros para la playstation.
En la orilla despreocupada fenecieron,
y en el viaje iniciático, como fénix, renacen
a una madurez repentina e impropia.
En las entrañas de ella, prácticamente inmaculadas,
una nana ya suena
él, se afeita cada dos o tres días.
Antonio © M. ( T i T o. M.)
Junio 2011
Pensamientos Vagabundos
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