Me senté en la primera banca
que abrazaba una sombra
en el extremo del camino,
con mi valija,
los ojos llenos de alegría,
y me prendí la flor que me regalaste
en el corazón para esperarte.

Me convertí en poeta
y en tu musa,
transforme el día en poema
y la noche en secreto,
amo ser como las estatuas
testigos mudos de los amores inciertos,
que pasan y se van,
que regalan una flor
y se llevan mil recuerdos.

Ahora me voy,
estoy tan cansada
y dejo los versos,
la razón,la esperanza,
tus pasos en la tierra,
en la primera banca
que abrazaba una sombra
en el extremo del camino.

Autor: Gladys Galicia Cordova.