UN RAMO DE FLORES 419 palabras
Un ramo de flores, hoy te ofrezco
Al no tener vocablos de grandeza,
Sólo un dolor, vestido de tristeza...
Una rosa ya marchita que
Te dice por mí lo que he sufrido;
Su palor hipó en mi pecho un siglo,
Bebió de los mares de mis ojos
El sabor de pálpebras senectas;
Y adornan su corola deshojada
Formando un collar de
Esmeraldas muertas.
Sus pétalos cayeron flácidos,
Sin lumbre en la desesperanza
Del olvido.
Y esparcidos por el camino
De mis sueños, gimen la
Cleptomanía de tu ausencia.
Junto a ésta,
Un ramo de olivos
Que te hablan de mis ruegos;
Te piden la esperanza de
Pacer mi corazón. Añora en
Oraciones tu sonrisa muerta.
Implora tu perdón de hinojos;
su sombra aún está verde,
No mi aliento blanco que
Mora en la cumbre
De tu montaña fría.
Entre ellos,
Un pensamiento...
Diminuta flor de color morado
Intenso; te dice:
—Vives ocupando mi pensar
Y mi ternura;
Que mi sangre está en el río
De tu santita belleza;
Que arrastra el caudal que fluye
Del amor sublime
De tu mirada ardiente.
Y otro...
Un clavel:
Clavel rojo con sabor a terciopelo;
Te dice el ámbar que genera
El amor del corazón amado;
Te habla de la grandeza de la vida;
De la pureza cristalizada
De mis ruegos;
De la diamantización de mis promesas;
De la fidelidad a tus caricias;
Del ínfimo esperar por tus salmodios.
Luego, un clavel blanco,
Blanco cual el canto de querubes.
Te habla del amor que ya está muerto,
Del velo de tu olvido,
Del luto que cubre mi pecho
Atormentado;
Del eterno confiar en tu palabra
Enferma.
Te habla del hielo que calcina
Los vasos de mi vida,
Que atormenta fríamente
El sendero de tu huida.
Un jazmín.
Acariciador, perfumado:
Te dice que aún vive latente
La llama apasionada,
El fervor palpitante, la tormenta
Rebosante, la poesía y, mi sacro amor.
Toma estas pálidas flores; llévalas
A tu alma, que el licor está vertido;
Esconde entre sus aromas,
La lluvia que alimenta sus simientes,
Abona con tus besos su
Corteza que matiza, este tu olvido.
Pon un recuerdo en ellas
Para que sienta yo el rugir
De tus ríos celestiales;
Y, así, arar con mis espinas
Tus anteras y sembrar en
Mis hespérides el
Polen de la hermosura.
Sólo un ramo de flores te ofrezco,
Por no tener vocablos para amarte;
Y ellas, tan bellas y gentiles,
Te dicen por mí, todo, todo
En secreto.
Reinaldo Barrientos
Rebaguz
|