¡Pelea!, apuñalarme a mi mismo para librarme de esta ira que me consume, de esta droga que no me deja (o yo no la dejo a ella), de esta desesperación que me fatiga día a día… estos fantasmas, mil demonios que esperan mi condena mi juicio y la pena de muerte… mi destino final hacia el final que no tiene destino…
Pelea… pelear conmigo mismo, abofetear, apalear, patear mi maldita alma, mi rostro ennegrecido por las cenizas… gritar de forma desgarradora para conseguir descanso… llorar hasta quedar seco de angustia, lamento y ansiedad.
Mi propia maldición, mis voces, las voces que no dejan de susurrarme cuanta cosa desprecio… mi voz que no deja de decir lo que no debo, lo que no quiero, y lo que amo, lo que anhelo, lo que odio, lo que detesto… de lo que no puedo librarme, mis cadenas, mis prisiones, mi…
Ver… observar desde afuera en el monstruo en que me convierto… desencadenar poco a poco la bestia que llevo dentro, cada día notar frente al espejo este animal que usa mi nombre y mi piel como disfraz… y ver en mis ojos la criatura temible que espera al acecho el momento de atacar…
Y la pequeña luz que aún se asoma entre las tinieblas… el pequeño rincón luminoso entre la pobreza del triste y débil corazón… y la mano increíble que aún espera mi confianza… la esperanza y salvación que nunca se marchan… |