Desde la mitad de la mañana la lluvia no había dado ni un
minuto de tregua,transformando el campito en un tremendo lodazal.
Cuando pasaba esto,a Lardizabal se le caía el ánimo.En vez de
ocuparse de alguna tarea acorde con el clima,prefería quedarse en el
galpón sin hacer nada.
Cuando el gris de la tarde trastocó en anuncio oscuro de la
noche,advirtió que ninguno de los dos estaba.
Encendió el fogón y le encimó la ennegrecida olla con
el locro sobrante de la noche anterior.
Cuando el aroma inconfundible fue ocupando el espacio,con el pié
arrimó un tronco para sentarse junto al fuego y sacó el
recipiente de las llamas.
Con cada cucharada caliente,sentía que el alma le volvía al
cuerpo.
De no ser por esos dos,todo estaría bien para terminar e irse a
dormir hasta la mañana siguiente.
Sin embargo en lugar de hacerlo,preparó unos mates como a quien nada
lo preocupa.
Iba por la segunda pava cuando los vió aparecer.
Parecían dos andrajosos vagabundos,embarrados y llenos de abrojos.
Marte,con las orejas caídas movía lentamente la cola.En
cambio Saturno,lastimado en una pata,se fue acercando despacio hasta
Lardizabal que le palmeó la cabeza.
Les arrimó una lata con las sobras del locro y mirándolos
comer sintió que todo estaba en orden.
-Perros de mierda,susurró mientras se iba yendo hacia el catre.