Elisa, hombros caidos, mirada hacia abajo, vestido sencillo, y una que otra lagrima.
Caminaba absorta en sus pensamientos.
El atardecer que a veces distorciona la realidad de los ojos, ya acontecia.
Una cuadra, dos, tres, y en la cuarta cruzando las esquinas sin mirar, las ruedas de un auto en su rechinar, en su frenar desconcertado, la desperto.
Pero su cuerpo fragil, se desvanecio sobre el capot.
Rapidamente el conductor con las manos en la cabeza que todo lo decia, bajo del auto.
Elisa no reaccionaba.
Unas palmadas suaves en el rostro y abrio los ojos.
-¿Esta bien seorita?, le pregunto el hombre muy apesadumbrado.
-¡si!, ¿que me ocurrio?, dijo ella.
-¿No lo recuerda?, dijo el.
-¡No!, respondio ella.
-La llevare a su casa!, ¿cual es su direccion?
-¡no!, no lo se, no lo recuerdo.
¡Bueno!, la llevare a mi casa, debe descansar.
Elisa, se incorpora, se paro bien derecha, elegante y sonrio.
El hombre no entendia nada.
Ya dentro del auto, Elisa queda mirando fijamente el trayecto, sin mirar.
El hombre le dice, -¡creo que sufrio un shoc nervioso y perdio la memoria.
Elisa, vuelve en si, -¡no!, creo que no perdi la memoria, no lo se, solo he renacido y no la quiero recuperar.
¿Pero si se que me llamo Elisa, y una sonrisa radiante delineo sus bellos labios.
MARIA1 |