Llegaron las bodas de oro de dos ancianos.
Ella, con su baston caminaba nerviosa por la sala.
-¿Que te ocurre?, pregunto el, quien leia el periodico.
¡No quiero fiestas!, ¡no deseo nada!, ¡solo cincuenta años!, y, agotamiento, vejez, la nada...
Solo un gran silencio por parte de ella.
El se puso de pie, cerro el periodico, lo puso sobre la mesa.
Camino lentamente hacia el dormitorio, busco dos valijas y cargo sus ropas.
Con una en cada mano, paso frente a ella sin mirarla, n dirccion a la puerta de calle. La abrio, la cerro y de un portazo la cerro.
Ella quedo muy nerviosa, quiso decirl, ¡no te vayas!, pero el orgullo fue mas fuerte, solo un suave adios que el aire lo disolvio.
Se sento ella, con su baston golpeaba una y otra vez el piso, asi, una hora hasta que no pudo mas, y llamo a su unica hija ya casada.
-¿Que ocurr?, mama...
-¡Es tu papa!, tu papa, tu papa se fue de la casa, lo dijo tartamudeando.
La hija respondio, -¡no lo se mama!, tendremos que llamar a la policia.
Y, asi lo hizo, llamo la hija inmediatamente a la policia.
La anciana, triste, muy triste, se sento en el sofa, hacia frio, cerro sus hojos, y, los abrio abruptamente.
¡Dios mio!, exclamo.
El, el anciano, su esposo, con el rostro apoyado en los cristales de la ventana.
Rapidamente, la anciana le hizo una seña que pase, mientras ella caminaba hacia la puerta.
El, la abre, la abraza y le dice, ¡no me fui!, ¡estaba tras los arbustos porque senti celos!
Sienten ruidos de varios autos que frenaron en su casa, ¡la policia!.
Miran ambos y ella dice, -¡yo tambien senti celos!.
MARIA1 |