Cae a través de ese universo, y observa tu destino a través del fuego y el azufre que se respira en el entorno que te alimenta y tú, grita, grita ahora ¡ya! Y gime por tus últimos alientos y por tu última vida porque el acero te espera y la guillotina con impaciencia aguarda tu hora y tu corazón no descansa tras días de agonía infinita que poco a poco se alimentan de tus fuerzas y que día a día consumen tu vida sin darte una pausa ni un descanso ni esperanzas ni una gota para beber y volver a volar en las oscuras noches que te han sostenido años tras años de soledad perpetua e interminable que narran tu historia a las constelaciones de las altas longitudes de este infinito universo en el que vivimos cuántos seres moribundos y mortales y en el cual apreciamos de manera ingrata como se nos escapa la vida segundo a segundo mientras tu caída libre te concede más tiempo para buscar una salida de la fría muerte que cada minuto se lleva nuestro precioso don de latir y reír y amar y vivir junto a la interminable desesperación que corre por nuestras sangrientas venas que dan paso al ritmo acelerado de la vida sin sentido en la que nos envolvemos y en la que estas inmerso por la velocidad de lengua marchita y tus ojos depravados y tus pulmones carbonizados y tu corazón embarrado y tu vida muerta y muerta ¡y muerta! Por cada segundo callado y desperdiciado y maldito por la vanidad y el orgullo que acelera tu inevitable choque con el mundo real en el cual vivimos y morimos por las cosas en las que fuimos creados y en las que nos acostumbramos a movernos para que grites y grites y ¡grites ya cuanto puedas! Y escupas cada palabra que rellena tu ser para que puedas ver el lugar donde has de aterrizar de rostro al suelo para que así veas tu tumba antes de comenzar a vivir allí y puedas saber donde estas tirado con tus últimos alientos de agonía y tus últimos latidos de lucha inútil… inútil… inútil…