Lucas despertó bañado en sudor. Una pesadilla. Otra más. Si continuaba así, enloquecería, pensó.
Necesitaba ayuda, pero no confiaba en los médicos. Había visto a su madre recurrir a cientos de pastillas. Eso no evitó que se quitara la vida.
Todas sus pesadillas tenían un episodio en común: él era objeto de una persecución, intentaban darle muerte, y despertaba antes de que pudieran alcanzarlo. Una angustia insoportable se apoderaba de él; por lo general no podía conciliar el sueño nuevamente.
Durante meses padeció insomnio debido a la ansiedad que le provocaba dormir y luego despertar con ese temor inexplicable.
Finalmente no le quedó alternativa; recurrió a un psiquiatra. Los fármacos que le recetó el profesional lo sumieron en una profunda depresión. Nuevos medicamentos se sumaron para aliviar esos síntomas. Después de unos meses abandonó todo tratamiento. Entonces las pesadillas regresaron.
Anoche tuvo una pesadilla diferente: su perseguidor consiguió alcanzarlo y al observar el rostro del agresor, vio su propia cara.
Ahora acaba de sentarse en su sillón favorito para meditar mientras mira los leños que arden en el hogar. Afuera hace frío; ha nevado durante toda la noche. Recuerda cuánto le gustaba la nieve a su madre.
Piensa en la última pesadilla. Comprende que su vida terminará como siempre ha temido. Está cansado.
Va en busca del combustible y rocía el lugar. Se sienta de nuevo en su sillón. Mira por la ventana. Ha comenzado a nevar otra vez.
Texto agregado el 09-06-2011, y leído por 438
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Lectores Opinan
30-01-2013
Muy bueno. No sé porqué me hizo acordar a "Continuidad de los parques" de Cortazar. 5* Rigoberto