| El frecuentador 
 Unos ojos prácticamente degollados
 en los últimos estertores de su castigo en vida,
 vuelven a mirar desafiantes,
 la hoz de la indolencia del frecuentador.
 
 Parroquiano urgente, de premuras carnales
 de ir, yaciendo una tras otra,
 donde hibernan mulatos pechos engañados
 donde veranean  lácteos pechos engañados.
 
 Execrables parroquianos, de misa de domingo
 sisando del presupuesto semanal
 para los vicios de la carne.
 
 Rebosando miserias, en jaculatorias viriles, compraderas
 de precocidad, enfermiza y urgente
 de pantalón medio quitado
 y dedos de nicotina.
 
 Los desafiantes ojos, ahora sanguinos y venosos
 que no han colmado aun sus expectativas
 hasta que no se perfecciona el contrato,
 vengan su dolor con plata
 plata, de mal pagador
 que va dejando dolosamente
 encima del camastro de su mísera existencia.
 
 Mientras los demás compadres, esperan su turno
 pacientemente impacientes, dándole coba a la copa
 y dejándose sobar gustosos.
 
 Los coches aparcados en la puerta,
 van yendo y viniendo
 como entrando a boxes,
 repostaje, cambio de gomas, repaso de bajos.
 
 Sordidez de miserables.
 
 
 
 Antonio © M.  ( T i T o. M.)
 Junio 2011
 Pensamientos Vagabundos
 
 
 
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