Con los últimos minutos, deslizándome bajo mi espalda,
Recorren cada centímetro gastado de mi existencia,
Y se alojan en el orificio rectangular de mi decencia,
Con la falda recogida más allá de la rodilla,
Veo de reojos que te acercas,
Sigiloso,
Y me atrapas,
Y desvanezco en tus manos mientras me besas,
Contengo el aire,
Y te miro a los ojos como deseando ellos tuviera el poder de embrujarte,
De hacerte mío mientras me tocas,
Mientras tu mano persigue esa gota que humedeció mi interior,
Y sientes el aroma en el ambiente,
Ya nadie más puede percibirlo porque tu estas más cerca,
Cada vez más cerca,
Y esos ojos de lobo hacen que ese mirar sea transparente,
Pues no hay mentira que supere la fuerza,
Me haces querer no desatar mis manos de las tuyas,
Ni que la mañana termine,
Ni que las noches de soledad regresen,
Ni que seas tú quien me lastime,
Y no ser yo quien te llore.
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