Caigo levemente, una pequeña brisa marca mi rostro, y revuelve mi pelo. Una sonrisa construida de risas resuena en el aire. Los paisajes son tan hermosos que no puedo evitar llorar de felicidad.
Las nubes como colchones amortiguan mi caída, y se esparcen al rastro que deja mi andar.
No hay nada que lo pueda arruinar, no hay nada que yo pueda cambiar. Es todo, todo tan sublime, iluminado y candente, que hace a mi corazón latente.
Latente que caigo nuevamente. Una pizca de alquitrán invade mi cuerpo.
Todos los excesos son malos, nunca llegues a la punta, no te caigas, tirate. Se mercedino