Cuando el ocaso avanza el resorte del diálogo se restringe. Los ángeles que cuidan las palabras se repliegan inútiles pues los altares se agotan. Los cirios ajados oscurecen sus flamas. Pero el tiempo es sabio y los transforma en ajós de criaturas. Y uno se rinde a su ternura.
Texto agregado el 05-06-2011, y leído por 199 visitantes. (7 votos)