Para besarte,
amordazaré el viento que nos susurra nombres harto olvidados
y del suelo anochecido levantaré todas las sombras.

Devolveré los fuegos que en furtivas miradas me regalan
aquellas muchachas, y del ojo de la noche robaré la única claridad
que implora amores.

Nos haré seres lunares, seres de la hierba y del agua,
y desde el puente del aliento, ya sobre el suspiro,
me haré hortelano de tus labios,
del cielo acanalado de tu boca,
de la fiesta que en tu sonrisa espeja la promesa del cielo.

En la baranda del beso reclinaré el alma
y suplicará mi saliva cada rincón de tu intimidad.
Y de la suavidad de la palabra
que pronuncia tu pecho cuarto menguante,
ungiré mis huesos y mis anhelos.

Para besarte, mujer de tardes alegres y todos los verbos,
me desharé de estas décadas que me arrodillan
y como un trueno despertaré desnudo en tu paladar,
para besarte, niña de mil colores,
para besarte nada más.