Es extraño solo imaginar, el helado viento que recorre por completo “El Ombligo del mundo”, o “La Capital Arqueológica de Sudamérica”, se viene a mi mente deliciosos recuerdos, de aquellos días en los que nunca crei vivir y que jamás reconocí. NO hace mucho recordé aquella emocionante y extravagante temporada vivida en la ciudad milenaria, la divina y ancestral ciudad Imperial del Cusco.
Albert intentaba ponerse cómodo mientras el imponente bus interprovincial empezaba a recorrer las calles de lima buscando la salida de esa caótica ciudad, intentaba por la avenida México, que a esas horas de la noche solía estar desolada, salvo uno que otro victoriano que caminaba despreocupado como si lo hiciera por el barrio mas pituco del Perú; la salida del bus se hacia cada vez mas inminente, Albert entraba en razón de que ya se estaba alejando lo suficiente de casa como para darse para atrás y también daba en cuenta que el viaje iba a ser algo frió por que al parecer su compañera seria “la sole” como en muchos momentos en Lima, en pleno camino de salida un muchacho se sentó a su lado, con una expresión de nerviosismo que Albert advirtió, se trataba de un muchacho que había sido asaltado en lima a unas cuadras de la agencia de viaje, a pesar de que su aspecto demostraba nerviosismo y algo de perturbación Albert no estaba dispuesto a que por alguna casualidad aquel muchacho -hasta entonces no presentado adecuadamente- le intentase robar, denoto una cierta desconfianza que fue atendida rápidamente por el muchacho, lo miro y le comento su delicada situación, le pidió un apoyo monetario –el cual no pudo ser concedido ya que Albert no traía el dinero adecuado para poder darle y además el joven tuvo que abandonar el bus lo mas pronto posible ya que no traía boleto.
El viaje se encaminaba interesante además que al parecer se tendría la comodidad adecuada para acentuar la satisfacción del viaje a la hermosa ciudad imperial; El trayecto recién empezaba a tomar cuerpo, cuando de pronto el bus decidió hacer una parada, era una pequeña agencia de la empresa, en la cual estaban algunos pasajeros que también viajarían en aquel bus, Albert vigilaba impaciente a la espera de que el pasajero que subiera y ocupara el asiento al lado suyo, fuera un ella y no un él, que cubriera las expectativas corporales que tenia en mente y que además necesitaba encontrar. Su suerte no podía ser otra mas que aguantarse el ímpetu y ser acompañado por un señor, un ingeniero para ser mas exactos, un caballero, joven en realidad, bastante alto que a las justas cabía en su asiento. Un hombre de pocas palabras se imagino Albert, por suerte sus audífonos y su radio walkman estaban listos para generarle la adecuada diversión de un viaje que seria realmente largo.
La terramosa que por cierto jamás se presento formalmente a los pasajeros, osea que nadie sabia como jota se llamaba la ni muy buena moza terramosa esta, se dispuso a decirnos que nos daba la bienvenida a este viaje que ya llevaba como media hora de camino, y que ubiquemos nuestros asientos e forma vertical para poder disfrutar de la cena, mientras sonreía con una soltura envidiable.
La cena al paso por así decirlo era un arroz chaufa muy bien preparado, ligeramente tibio con un delicioso aroma que complacería de buenas a primeras el olfato mas quisquilloso; las primeras palabras del ingeniero fueron de quita ganas de comer, ya que hizo mención de lo mal que a veces realizan las preparaciones las agencias de viaje interprovincial.
Gracias al ingeniero y su afán por impedir que cenara placenteramente, termine el plato de comida entre charla y charla, ya cuando el terramosa había apagado las luces y intentado poner de inicio un vcd por que esa película por nada estaba bien grabada, se trataba de El patriota; me dije, esta película la he visto cerca de treinta veces, a pesar de ser muy buena ya era muy trillado verla nuevamente.
Nuevamente el ingeniero, que en su afán de ponerse cómodo solo conseguía incomodar y castigar duramente a la señora que se sentaba delante de nosotros, soltó el comentario de que normalmente viajaba en los buses de la mina a la cual trabajaba, y que era de propiedad de la familia Jorschil; una familia muy adinerada que prácticamente lo tenia todo, sin fin de empresas, favorecidos políticos, etcétera; y que normalmente en esos viajes que los pasajeros habituales –Solamente varones- solicitaban ver solo películas pornográficas. Aquel comentario me causo gracia; muy a menudo no se escuchaba tan abiertamente que las personas comentaran sin ninguna prudencia sus preferencias fílmicas.
El viaje se hacia cada vez mas reflexivo para mi mentalidad y algo mas martirizante para la pasajero de delante; la llegada a la ciudad de ICA paso desapercibida, casi ni me di cuenta que ya estábamos allí, además a diferencia de otros viajes en este los vendedores de vinos, galletitas, y una que otra fruta para pasar el hambre no se aparecieron en el bus en ningún momento.
El viaje aunque no lo pareciera se me estaba haciendo lo mas corto que podía imaginar, pues ya en un abrir y cerrar de ojos me encontraba casi sordo con las ventanas empañadas del bus, escuchando por tercera vez mi único cassette,-por un problema de grabación pirata- y ya estaba ingresando el bus a la ciudad de Nazca, los zapatos ya me estaban creando un dedo mas, así que decidí separarlos de mis pies a costas de que me congelara, lo cual no sucedió ya que el excelente bus tenia una calefacción especial.
Al parecer estaría muy temprano en la hermosa ciudad del Cusco, que emoción tan sutil sentía por dentro, estaba esperando este viaje mucho tiempo y hasta tenia a mis amigos de malas por mi motivación a este viaje, “Aguafiestas” me decían, “solo sueñas con irte para allá.
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