Cero noche en la oscuridad, cero, tanto amor en balde. De bajo de mis sentimientos descansa una flota de remordimientos. Remordimientos con miles de rayos con fastidio en abanico.
En una margarita que tiene mi rostro impreso, en medio del polen, voy sobre rieles modernos que descalzos espantan al miedo, de paso acomodo el bulto que chilla por falta de custodia, en plena selva natural.
Números en el azul del mar, mucha gente que se arroja al vacío.
El placer escondido al rebaño y un montón de furia que sale para quedarse en la atmósfera pesada, avanzo a paso medio, midiendo la distancia que existe con el más allá.
Los hombres sabemos lo que es estar hirviendo, de calor por un amor en el presente, de un mujer bonita y brava por demás. Además el planeta se recalienta al paso de una hormiga, que nunca ha de llegar al destino de la destrucción final. Pero cada uno tiene derecho a angustiarse con lo que le venga en ganas.
A mi me angustia la falta de alcohol, no saber que sucederá, comer y vomitar, comer y vomitar, hacer el amor con la lengua dentro.
El cielo es el guardián en la tarde sin alfajor, tonta te creíste mi puñal, si solamente asoma cuando estoy con furia, que tenemos que discutir sin fundamentos si la tierra se hunde como en un pantano.
Historia maldita vete de aquí deja que los gusanos hagan la miel y vayamos trabajar, que a nadie le hace mal viajar en un atolladero, o en un micro sin cabezales, ni espejos retrovisor.
Pero que te puedo decir, tengo el capricho de matar y de paso que nadie diga nada, y en la noche a festejar con un fuego encendido, que de paso cocine algo rico, como para morder y escupir, morder y escupir, pero algo y nada más que estoy volviendo a rejuvenecer.
El juego es mi tabernáculo Cristo place quítame el relámpago de la panza.