Descerebrada termino por desempolvar la bicicleta. Al principio le costaba impulsarse, pero como a las tres semanas de hacer sus recorridos diarios, ya podía mantener la pelvis recta al pedalear. Cada pierna empujaba dignamente.
Con prontitud le llegaron vía correo electrónico, sugerencias de adosarse a algún club de ciclistas con banderines y recomendaciones de usar casco, por seguridad. A Descerebrada le hizo gracia lo del casco dada la 'gran velocidad' que lograba arriba de la bicicleta y cuando se enteró de que el grupo se autodenominaba "Ciclistas enfurecidos" cerró los ojos, se pensó a sí misma arriba de su bicicleta, sintiendo el calor tenue del sol de la mañana, el frescor de la brisa en contra, el sonido de los radios cortando el aire... no, ella no tenía nada de enfurecida cuando montaba en bicicleta.Decidió mantenerse al margen, pero a la larga notaría que los tiempos no están para individualidades.
Descerebrada no es ecologista, ni animalista, ni comunista, ni opus dei, ni siquiera le gusta el fútbol y parece que hay que comprometerse con alguna causa, al menos por internet.