"Yo les perdonaré sus
iniquidades, y nunca más
me acordaré de sus pecados"
(Hebreos 8:12)

Ya me puedo ir en paz...

A mi edad lo comprendo todo
la edad que no perdona
pero que regala mil recuerdos.
Me siento quieto en la penumbra
de mi vida
mirando de reojo como lloran las aves
y como las espumas del mar
se cristalizan.
Ya no existen caracoles en la arena
como cuando era niño
ya no hay risas sin engaños
y el río no corre claro...
lleva demasiadas penas.

El destino nos perturba.
Nacen los poemas de la bruma
de lo que queda del arcoiris
de las cenizas de los fuegos
que calcinan
de las fiestas de otros tiempos
de las cartas de amor
que ya no existen.

Nacen poemas del exilio
del sacrificio de un amor abandonado
de todo lo entregado y recibido
de todo lo invocado al universo
de la luna, del engaño y
de toda aquella que te ha mentido.

A mi edad lo comprendo todo
la edad que no perdona
pero que regala mil recuerdos;
espejismos
que a veces nos dejan sorprendidos.
Ya me puedo ir en paz...
hice un recuento de todo lo vivido.
Recuerda mi sueño.