Hay instantes que parecen eternos en una sola vida.
Y vivencias que desbordan al hombre hasta hacerlo quedar en la orilla de su propio pensamiento.

¿Como combatir el dolor de los deseos más intensos que se tienen?
¿De qué manera reinventarse los corazones y hacerlos soportar el desengaño que provocan los rechazos más terribles?

Nos podemos preparar para mil batallas, pero hay algunas que siempre, siempre, resultarán tan brutales como el umbral del fracaso. Como si con cada una de ellas no solo se asomara en nuestras vidas, sino hasta el punto de arrimarse a nuestro lado y sentir no un calor, sino un frío metálico que envuelve los amores y las almas.

De dónde obtener una fórmula sacramental para hacer frente a todo lo que se teme, si no es con la fuerza exagerada de nuestras voluntades, enceguecidas de una obsesión hermosa, que tiene nombre y apellido, y es lo que un hombre necesita...

Pero basta, porque esta lucha invisible horada el poder de nuestro combate hasta más allá, mucho más allá de lo imaginable con una simple espera tras una negación tan necia como inexplicable.

¿Qué se debe hacer ante una guerra que no somos capaces de ganar, simplemente porque la victoria está del lado de quien debe elegir, y esa eres tú?

No más desamparos, no más llantos entre el lodo de las propias tristezas, no más búsquedas de sobrevivientes en un páramo tan desolado como la vergüenza de mis pesares por tu desaire.

Porque te necesito conmigo. Y tu te darás cuenta que necesitas de lo mismo algún día. Pero hoy por hoy, a mi no me alcanza con tus limosnas. No puedo secar el desierto de mi garganta que se quema por tí con aquellas gotas que me lanzas como un favor a un desconocido entre las multitudes.

Vuelve ya, porque el laberinto se hace más largo y sinuoso sólo con tu impresión de creer que sales de él, internándote más y más en la perdición de un mundo que no te ofrecerá mejores amores que los que te brinda este transeunte desgastado por el tiempo, pero dispuesto a revivir en un segundo el fragor de nuestras presencias reconociéndose entre miles de sombras, abandonadas a su suerte por un amor que nunca les llegó y que aquí, llegando, se diluye por la negación que crees asignarle.

Te quiere.

El Coronel

A S.C.G.W