Me tomaste de las manos; de algún modo pude oler a gran distancia el veneno. No pude evitar que mis ojos se encorvasen. Tu boca nunca se oyó más torpe; pero yo no ocupaba escucharla, no quería escucharla. Las manos hubieran deseado callarte esa noche. Estaba al borde del colapso, claro use el disfraz más astuto; sonrei para ti, pero eso no me iba ayudar solo era un impedimento a la realidad. .Por que no deje que me vieras loca, ¡SI; LOCA! Así estaba la cabeza; mareada, confusa, estupida. El corazón se me subía a la garganta.
Las palabras escogidas estaban, y como serpiente, la lengua actuó de nuevo mal, me lanzo la peor de sus mordidas.
Después de todo el caos, como si te faltara el moño del regalo “Pero seguimos siendo amigos”. ¡Ah como odie esa frase!, como te odie ti.

¿Es posible enloquecer por esta frase?...

- Toma tus pastillas – dijo el hombre de blanco
- ¡Que no ves que escribo! – dije molesta
- otra vez lo mismo – se burló el de bata lechosa.

Las piernas enloquecieron, la cabeza crujía en los suelos, y en las paredes, más enbatados vinieron a abrazarme, uno la piernas, otro los brazos y el mas amoroso; mi cabeza.
Me han drogado de amor, asi ya pude dormir tranquila y sin ser atada a aquellos brazos que no me dejan mover de la cama.
Temen todos, pero no temi en tomar las pastillas con las cual dormí, pero sin soñar, soñar esa noche y lo mejor de todo, sin soñarte a ti.