EL CAMPEONATO DE AJEDREZ
Juan, joven adolescente guapo, alto y muy inteligente, experto jugador de ajedrez, se prepara para competir en un nuevo campeonato.
María, joven hermosa, pequeña, delgada, muy inteligente, aprendiz del deporte ciencia, se inicia en el mundo del ajedrez ingresando por primera vez en un certamen de este tipo.
EMPIEZA EL CAMPEONATO
Él, en su primer partido se enfrenta a un jugador de más edad, sabe que debe permanecer muy concentrado pues el adversario tiene fama de ser fuerte; lo que el rival no sabe es que Juan tiene una fuerza secreta que lo ayuda siempre que lo necesita, alguien que sin saber le da el aliento necesario para vencer, jugadas vienen, jugadas van, ataques y defensas de uno y de otro lado...resultado, Juan gana su primer partido.
María, empezando su primer campeonato se encuentra muy nerviosa – Quién me manda a meterme en estas cosas – piensa. Los nervios la desconcentran, es nueva en esto y existe cierto temor, ese miedo a las cosas nuevas que siempre aparece al empezar algo. Parece que todas las muchachas del lugar saben muy bien cómo desenvolverse, ella apenas se da cuenta de lo que tiene que hacer. Su contrincante; una joven alta, delgada y de grado superior, pocas jugadas unos peones, una dama y un alfil, finalmente… María pierde el partido.
Segundo día de campeonato. Juan, después de su primera victoria y más seguro que el día anterior, se enfrenta a un adolescente nuevo en la escuela, no conoce su capacidad pero sabe que no se debe subestimar al enemigo. Su ángel de suerte y protección continúa con él. Luego de media hora de intensa lucha, gana el partido.
Ella sabe que este nuevo día tampoco será muy favorable para ella, sin embargo asiste nuevamente a jugar con las ganas de no darse por vencida ante la primera derrota. Su rival, una niña de lentes gruesos y sonrisa tierna, su voz dulce la tranquiliza y empieza. La ternura proyectada por la pequeña desaparece al momento de jugar, actúa cruel y despiadada. María pierde el partido y gran parte de su autoestima en menos de diez minutos. Ya no tiene más opción y queda fuera del campeonato.
Tercera fecha del campeonato. Él sabe que cada día los adversarios serán más fuertes. Está nervioso ¿Con quién jugará hoy? ¿Tendrá a lado a su fuerza secreta? Su rival en esta ocasión es un compañero de curso, conoce su nivel, sabe que es muy hábil en este deporte. Sus ojos brillan al momento de sentir nuevamente esa influencia especial, ¿el ángel volvió? Juan gana el partido dentro de la hora establecida y está habilitado para la ronda siguiente.
Ella llega al salón de juego, ya no tiene que hacer nada allí pero quiere aprender viendo jugar a aquellos que saben, además de ayudar en lo que se necesite para aprender, permanece en el lugar charlando con unos y con otros, sonríe, camina pero ya no juega dentro del campeonato pero puede practicar con juegos amistosos con algunos amigos que le dan consejos muy útiles para las competencias de este deporte.
El campeonato llega al cuarto día, Juan sabe que le toca pasar a la semifinal con este partido. Los partidos serán más difíciles a partir de ahora pues solo quedaron los clasificados. Él entra al salón para averiguar con quién jugará hoy, pretende disimularlo pero está intranquilo, sus amigos más cercanos son capaces de notarlo pues lo conocen. Este partido lo jugará con aquel chico que en el último campeonato logro derrotar en la final un año antes. Sabe que seguramente su rival tomará este partido como una revancha, sabe de sobra que será muy difícil ganar. Para empeorar su estado de ánimo se siente desprotegido, se siente solo, la fuerza secreta no está. Sus amigos lo animan pero necesita sentir a su ángel con él. Empieza el juego y en pocas jugadas y por un error tonto pierde una pieza clave, la dama - ¿Qué me pasa? – piensa. Sus manos están frías y siente que los ojos se le quieren salir de las órbitas. Una mano amiga le brinda un vaso de agua, Juan bebe un poco del líquido y con el paso del agua por la garganta siente que poco a poco va recobrando el control. Pese a sus errores iniciales logra invertir el juego y en un largo tiempo sale vencedor nuevamente.
María está en su casa pero el campeonato la llama, se prepara después de cumplir los deberes escolares. No tiene obligación de llegar puntual, sin embargo intenta llegar temprano al certamen para seguir aprendiendo y apoyar también a sus amigos que están todavía dentro del campeonato. Al llegar ya habían empezado, nota nerviosismo en todos los jugadores. Se juegan el paso al siguiente nivel, observa de lejos y mira las jugadas, los competidores tardan más en mover las piezas que los días anteriores, buscan estrategias para ganar espacio en el tablero y buscan el soñado “Jaque Mate” que les dará la victoria. – No es como un partido de fútbol – piensa – pero es emocionante también. Un amigo conversa con ella y analizan las jugadas de uno de los tableros - ¡¿Cómo perdió la dama? Hasta yo me doy cuenta que fue un error! – comenta. Entonces, ella y su compañero deciden servir agua a los jugadores, buscando la forma de tranquilizarlos y pasan por las mesas dejando un vaso de agua a todos los jugadores.
Las semifinales llegaron, quedaron solo cuatro jugadores en ellas, Juan está animado por haber llegado, hoy será un partido más fuerte que ayer y los anteriores días. Sabe que goza de una bendición especial últimamente que le otorga el triunfo. El adversario de hoy es su mejor amigo, aquel con el que aprendiera este juego, es un rostro amigo pero es su rival, ambos lo entienden así. Empieza el juego y Juan está relativamente tranquilo pues juega con una persona que conoce y eso le da confianza, además de sentir esa fuerza secreta que le da la seguridad que ganará el partido. Transcurren varios minutos más que el día anterior pero la victoria fue lograda.
Las semifinales llegaron y María asiste nuevamente al evento para comprender los partidos, además de encontrarse con los amigos. Llegó temprano y tuvo tiempo de colaborar con la preparación de los tableros, cada pieza en su lugar: peones, torres, alfiles, caballos reyes y damas que pronto desfilaran en sus respectivas batallas junto a los jugadores. Observa el desarrollo de los partidos, ya aprendió a tomar nota de las jugadas sabe cómo realizar algunos trucos útiles a la hora de jugar; ya sabe que el primer partido lo perdió con el famoso Jaque Mate Pastor, que es el más simple de realizar a un principiante. A pesar de no jugar, fue una jornada divertida.
Llegó el último día, Juan definirá el título frente al más fuerte de sus contrincantes, Julián. Ya, en alguna oportunidad se enfrentó a él y había ganado. Sabe que Julián supero su nivel anterior, pues ganó a rivales que hace un tiempo lo derrotaban. Juan necesita sentir más que nunca a su ángel cerca. Roza con las manos las piezas, su color para este día es el negro. Los rivales se miran a los ojos y se reconocen en los ojos del otro. La partida será muy dura.
Pasa el tiempo y Juan empieza a sentir su corazón latiendo fuerte ¿Son los nervios?... pasa más tiempo y las manos le transpiran, se empieza a sentir desamparado. Por un descuido hace que una de las fichas caiga al suelo, lo cuentan como una falta y él se siente solo. Siente un montón de ojos sobre él pero los que necesita no están y la vista se le empieza a nublar. La respiración comienza agitarse y siente que se ahoga el llanto en su garganta más por amor propio que por tristeza, su ángel no está.
La final llegó y María está muy emocionada con la idea de asistir a presenciar el partido final pero ocurre algo que está fuera de su control, olvido que ese día es el cumpleaños de la abuela, así que tiene que asistir con la familia por lo menos al almuerzo preparado para la ocasión. María intenta apresurarse y llegar a tiempo al desenlace del campeonato. Los almuerzos familiares siempre se prolongan, sale tarde y en el camino encuentra a un grupo de jóvenes del colegio que la entretienen por un momento, María continua muy apurada hacia la gran final. Mas piensa por un instante y se da cuenta que la final seguirá su curso este ella o no, sabe que la partida no terminara pronto pues es UNA FINAL así que se tranquiliza, se toma un respiro y camina.
Juan siente como los segundos pasan uno tras otro en el reloj que tiene a lado suyo y es como si marcara los latidos de su corazón, su intención es concentrarse en el importante partido que tiene en frente suyo, sus ojos permanecen fijos en sus piezas y planea sin éxito la estrategia del triunfo, el adversario se adelanta a sus jugadas y la agonía suya no tiene fin.
María llega a la puerta del salón de juego, salen jóvenes del lugar y oye que el partido está tardando mucho, ella ingresa al salón pero una mano la saca de ahí. Un compañero suyo le pide que le explique una lección para un examen que tiene, la convence de ir a sentarse en otro lugar diciendo que será solo un momento y que podrá ver la partida después, además de que se anotan todas las jugadas y si ella quería tendría una copia.
Los amigos de Juan no se explican su comportamiento, él había participado en miles de partidas, amistosas y oficiales pero nunca lo habían visto tan nervioso y aparentemente sin concentración, sus ojos no se movían del tablero pero su mente no estaba con él. Le acercan a él y a su contrincante un vaso de agua a manera de liberar tensiones, Juan bebe pero sigue sintiéndose desamparado. El final es inminente, ha perdido varias piezas clave, no puede adelantarse a las intensiones de su rival y sus movidas son predecibles. Siente nublársele los ojos aunque no entiende el porqué, traga junto con el agua el llanto que se le quedo en la garganta. PIERDE EL CAMPEONATO.
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