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Ya el frío se había ido antes de que la época de invierno terminara. Primero llegó el mes de marzo, luego vino el mes de abril, y con ojos de ansiedad los campesinos veían como se acercaba el mes de mayo sin haberse sentido la presencia de la primavera. Los pobres agricultores estaban acechando la primera lluvia habiéndose asegurado de que la tierra estuviera lista para la siembra luego de que lloviera.


Algunos jóvenes, moradores de aquel paraje azotado, llevan en su memoria las anécdotas de sus abuelos que narraban episodios de amores marcados por frases poéticas muy frecuentadas por el uso de palabras tales como luna, estrellas, rosa y primavera. Para ellos la palabra primavera dentro de la poesía no luce tan bella como en otros tiempos. Un triste recuerdo había quedado de la que en tiempos anteriores había sido la estación más hermosa del año. Polvo y más polvo se levantaban de la carretera y de los callejones de aquel lugar. El polvo sobre los calzados, y casi hasta las rodillas en el caso de las mujeres que usaban faldas, sellaba cada paseo de las personas.


Al señor Joaquín al igual que a otros campesinos se le observaba en horas de la tarde mirando las nubes para visualizar en los nublados las posibilidades de la pretendida lluvia. Un poco mas tarde se le veía en la misma actitud, nuevamente con la mirada al cielo; pero esta vez terminaba inclinando el rostro a tierra, luego de ver nubes que se desvanecían al lado de su esperanza.


El joven José Joaquín, hijo del señor Joaquín, a pesar de ser estudiante le gustaba ayudar a su padre en las labores del campo. El araba y limpiaba el terreno en su tiempo libre y atendía la yunta de bueyes de su padre y una novilla que era propiedad de su madre. La yunta de bueyes y una novilla eran los únicos animales que habían quedado del ganado. Todos los demás animales del ganado habían sido vendidos; en algunos casos para comida y en otros para medicamentos recetados.


José Joaquín soñaba con ser un profesional brillante y ser una persona próspera pero su sueño se le convertía en pesadilla con las palabras de quienes decían que la posibilidad de conseguir “un buen trabajo” no estaba determinada por la calidad del profesional sino por ciertas relaciones con personas ligadas a la política o a la función administrativa en el ámbito industrial. José Joaquín solo contaba con sus dotes naturales que bien pudieran hacerle contar con buena reputación.


Ya a finales de abril se escuchaban por la radio los anuncios publicitarios de ofertas especiales con motivo del día de las madres. La madre de José Joaquín no era de las afortunadas madres que tenían la oportunidad de recibir regalos en “su día”. No le había tocado por años recibir regalo alguno en su condición especial de madre. Otras madres recibían alegremente la llegada de hijos que regresaban desde las ciudades más importantes a encantarlas con su presencia y hermosos regalos. Así ocurría cada año. José Joaquín observaba todo esto y sufría en silencio la suerte de su madre de vivir apartada de lo que él veía como un privilegio.

Antes de que terminara el mes de febrero José Joaquín se había propuesto darle cierta felicidad a su madre entregándole un regalo. Para ello se ocupó de trabajar para que la tierra estuviera preparada para la siembra en la primavera. El se preocupaba por la sequía que venia desde el otoño del año anterior y al igual que su padre salía al patio de su casa a mirar las nubes. Tenía la ilusión de que se cosechara en un ciclo corto para poder darle un regalo a su madre antes de que terminara el mes de mayo.


Una oveja que le había regalado un tío el día de año nuevo era el único bien material propiedad de José Joaquín. La misma oveja tuvo la suerte de que la madre de José Joaquín le tratara de manera afectiva. Ella le daba hojas verdes de árboles que había alrededor del patio, cáscaras de víveres y no se descuidaba en darle agua. Una vez José Joaquín consideró la posibilidad de venderla para poder sorprenderle con el soñado regalo pero temía lastimar el sentimiento de amor que su madre tenía por la dichosa oveja. Por eso no quiso venderla de manera sorpresiva.


- Quiero hacele un regalo, mamá; – dice José Joaquín a su madre, acabando de amanecer.- Se lo voy a entregar el día de la madre.


- El que se levanta temprano puede encontrase alguna cartera. –Le contesta su madre, acostada todavía –Algo así te ha pasao que tiene esa gana de regalá.


- No me encontré ninguna cartera. – Le rebate José Joaquín – voy a vender la oveja pa conseguir el dinero de hacele el regalo.


- ¡No te atreva! – Le increpa su madre de manera ponderada – De esa ovejita debe levantase un ganao.Ten cuidao que esa e la única que hay aquí.


Estaba en su etapa final por aquel entonces la campaña electoral. “Los candidatos de diferentes partidos políticos ofrecían a los ciudadanos todas las cosas, incluyendo las estrellas que se veían y las que no se veían”. José Joaquín se ve tentado por las palabras de alguien que le dice: “vota por nosotro que si ganamo te vamo ayudar al día siguiente en cualquiera que sea la situación”. El le niega la mirada y a penas le escucha. Luego se recuesta del tronco de una almendra que había en las inmediaciones de su casa y le surge este pensamiento: “me habló de ayudarme si ganan. Si me dan algo antes de junio podré regalarle a mi mamá el día de la madre. Pero tengo que darle mi voto”. José Joaquín va al encuentro de la persona que le hizo la promesa y a pocos pasos de su casa le encuentra en casa de un vecino. Al encontrarle se acerca y le dice: cuente con mi voto y acuérdese de mí después de las elecciones.


Tanto José Joaquín como Joaquín su padre se integran a la causa política del mismo partido con la ilusión de ser gratificados posteriormente. Pronto llega el día de las elecciones. José Joaquín se levanta bien temprano para ser de los primeros en votar. Su padre y su madre también hacen lo mismo. Votan temprano y tan pronto lo hacen regresan a casa. Ya pasado el medio día, casi a las dos de la tarde, Joaquín se había propuesto estar bien informado sobre el proceso electoral. Para ello decide comprar pilas nuevas para poder de esta manera informarse a través de la radio. El colmado más cercano a su casa estaba a una distancia de casi un kilómetro. Hacia ese mismo establecimiento se dirige a comprar las pilas. Aun estaba cerca de su casa cuando sintió que una gota de agua le cayó sobre el brazo izquierdo cerca de la mano correspondiente. A un paso más otra gota de agua le cayó sobre la nariz. Joaquín siguió su trayecto a pasos de escéptico. No tuvo la curiosidad de mirar las nubes esta vez. Continuaron cayendo más gotas de agua cada vez con mayor intensidad. Joaquín no podía creer que las gotas de agua tenían algo que ver con una posible lluvia. Pero en el transcurso de uno o dos segundos estaba claro que más que una posible lluvia era una imponente realidad el hecho de que estaba lloviendo. Se le presenta entonces a Joaquín la disyuntiva de proseguir rumbo al colmado a comprar las pilas ó devolverse hacia su casa que aun le quedaba cerca, ante la violencia del aguacero. Dice Joaquín en silencio: “compraría pila pa oí la noticia por la radio ¿pero que noticia será mejor que la que toi viendo delante de mí?”


Realmente la lluvia que sorpresivamente había llegado venía a constituirse en la mejor noticia del año para Joaquín y los demás lugareños. Joaquín corrió de vuelta hacia su casa para no mojarse completamente. Pasaban por su mente los surcos del terreno, la siembra de maíz y de gandules, el cultivo de plátano, caña, yuca y batata. Pintaba todo de color verde. Alrededor de la una y media de la tarde José Joaquín se había dirigido hacia el conuco para atender los bueyes y la novilla. Estando allá en el conuco actúa distraído frente a lo que hace intentando concentrarse en reflexionar sobre el futuro. De regreso a casa tuvo que acelerar el paso para no mojarse con la sorprendente lluvia. Llegando a la casa observa a su madre que recogía la leña y la guardaba en la cocina para que no se mojara. Entra a la sala y se sienta. Como un minuto después alguien toca la puerta desesperadamente. José Joaquín abre la puerta y ve que era su padre. Joaquín había llegado corriendo deseando no mojarse pero a la luz de los hechos se había mojado completamente.


Antes de anochecer, aquel día en que terminaba la sequía, la lluvia solo había disminuido ocasionalmente su intensidad. Nada que pudiera interpretarse como una pausa de la lluvia había sucedido. Llega la noche. Comienza a oscurecer. “Tanto la luna como las estrellas se habían ido hacia un rincón situado en lo más alto del cielo. Seria por eso que aquella noche nadie pudo verla”. Las lomas, la casa del frente, la casa del lado más próximo, el camino hacia el conuco; en una palabra, todo, estaba cubierto por la oscuridad. Había comenzado a imperar la oscuridad y sobre ella venia un nuevo reino…, la imponente lluvia! El aguacero se hacia fuerte y más fuerte. Todas las aves del cielo recogieron sus alas y esperaban pacientemente la calma de la lluvia. Los campesinos veían dentro de la densa oscuridad unos rayos de luz. Estos rayos de luz iluminaban el camino hacia la siembra y la cosecha. L a lluvia que había descendido a mediado de mayo se parecían según José Joaquín a lluvias de agosto y septiembre de años anteriores. En horas de la madrugada, al ritmo de unos truenos que se hicieron sentir, terminó la lluvia que anunciaba más lluvia para los días siguientes del mes. Las aves sacudieron sus alas. Cantó el gallo; esta vez con más fuerza. Algunos que alucinaban dicen que el gallo cantó a las once de la noche. Ya al día siguiente alguien preguntaría por el resultado de las elecciones. Ciertamente las elecciones habían pasado sin pena ni gloria para personas del campo que desearon concentrarse en sus labores. La lluvia así lo había decidido.

José Joaquín, ahora con la cabeza erguida, olvida la vieja promesa y consciente de que no podrá regalarle a su madre en el día de las madres, porque le faltaría tiempo en esperar la cosecha, se propone sorprenderle con un impresionante regalo para su cumpleaños, más adelante.

Texto agregado el 29-05-2011, y leído por 103 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
29-05-2011 Bonito cuento, me gustó. Saludos teresatenorio50
 
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