El día que huye 
 
 
En momentos, lo que no podemos saber, 
Si son momentos, ratos, realidad fugaz, 
O, quien sabe, tal vez no son más 
Que mágicas fantasías, que recubren 
Nuestras vivencias, convirtiéndolas 
En nuestro único y secreto patrimonio. 
 
Y es desconocido a ciencia cierta. 
 
Quien dice que muchas de nuestras  
Vivencias no son sino el bálsamo 
Del firmamento, que en ocasiones 
También ignoramos. 
 
No así lo hace el día, que, siendo 
Un gran descarado, que se muestra 
Sin pudor ante el firmamento, 
Y nosotros, que le amamos, 
Sin saber por qué. 
 
Como digo, no así el día, que 
Con su arrojo y descaro, 
Al caer la tarde, desaparece. 
 
Teme a la noche con terror 
Pánico y con temblores. 
 
Y a algunos nos deja descansar, 
Pues llega a resultar agotador. 
 
Como un viaje en mula. 
 
En una pobre mula coja 
Y obligada. 
 
Hay día, que tiene esa noche 
Que sin quererlo te mece. 
 
 
Aguadulce, junio de 2011 
José María de Benito 
  |