Habia fallecido su niño, angustia, pena, soledad, deseos de aislamiento.
Ella, se pasaba horas sentada en un sillon mirando por el ventanal de su dormitorio.
Su esposo adopto un niño de siete años, pensando que la haria feliz.
Entraron al dormitorio, ella giro su cabeza, los mirro a los dos y en silencio continuo con la mirada fija en el paisaje.
Se retiraron.
El esposo se fue a trabajar.
El niño corto una rosa del jardin, y se la trajo, -permiso señora, dijo.
-¡Porque cortastes mis rosas, niño!, dijo ella.
El niño atemorizado, dio marcha atras, temblando, y se retiro corriendo.
Ella inmovil, mirada perdida, solo pensaba en su hijo fallecido.
Al otro dia, el nio junto piedritas de cuarzo de un arroyo, brillaban como diamantes, las puso en una cajita, y dijo, -permiso señora, son para usted, y abrio la cajita para mostrarle.
-¡Son porquerias!, dijo la señora.
El niño, nuevamente, abrio grande los ojos, y asustado salio corriendo.
Ella continuaba en la ventana, como esperando.
El niño, fue al establo, monto a un caballo, y salio mas que al trote, sin direccion, como si el caballo hubiera enloquecido, el niño llevaba algo en su mano cuidando de que no se estropee, justo frente al ventanal el caballo lo tira al nio, que quedo inconsciente.
Al despertar estaba en la cama de la señora, y ella a su lado, el niño tenia sujetando fuerte en su mano un corazon de papel, la mira y le dice, -esto es para usted señora.
Ella toma el corazon y decia solamente, ¡mama!.
lo mira al niño, con lagrimas que trataba de evitar, y le dice, ¡gracias hijo!, ahora a descanzar.

MARIA1