Hace ya tiempo que no te escribo. ¿Cómo estas? Acá el invierno llegó hace unos días, trayendo consigo unos hermosos copos de nieve, delicados como el cristal. Por las mañanas el sol tibio acaricia el pueblo y la nieve, llorando, se divierte dibujando en las ventanas, veladas del frió nocturno. ¿Recordas aquella mañana, hace un año y medio? Tu ventana estaba adornada con las mismas perlas. Dos tazas de té se enfriaban entre sueños. Me abrazaste fuerte y me dijiste que todo iba a estar bien, que siempre íbamos a estar juntos. Tus palabras rugían de esperanza y tu corazón temblaba de miedo. Y yo, ruborizada, no pude decirte nada… Ojala hoy también estuvieras conmigo. También tengo frío, como aquella vez. Pero solo hay una taza esperando. Por mi ventana se ve el río, congelado, esperando con ansiedad al sol
Sofocante me despierta. Otra vez el mismo techo. Un techo desconocido, distante. Una media, la otra, el mismo pantalón, la remera blanca… Un mundo incoloro. Tomar la mochila y el desayuno. Todo es un solo movimiento. Algún día dejaré finalmente de hacerlo. Pero no hoy, hoy... Sentir como mis pies se arrastran a lo conocido no me sorprende. El té que nunca llego a tomar esta ahí otra vez, esperanzado, entre la pieza y la calle. El vapor se eleva, hipnotizado, bailando en el aire. Con su mano intenta alcanzarme, pero se desvanece entre los dedos. Su aroma a manzana también se quiebra antes de tocarme. A ella le gustaba este te, cada mañana. Una tostada de pan con manteca y un beso sabor manzana… El colectivo me espera. Salgo a la calle en búsqueda
De algo para darte, algo que te recuerde a mí, pero lo único que lo haría es este río helado, esta nieve cayendo… ¿Todavía me esperas? No te habrás enamorado de alguna de esas mujeres de la ciudad… Perdón, perdón, confío en vos, no te enojes… Seguro que por allá debes estar deseando esta nieve, ¿no? Extraño tus quejas. Si, no te rías, eso también lo añoro. Como esa mañana… ¿no te habrás olvidado? Segundo año de secundaria. Era tu tercer día, y el mío también. El ventilador no andaba y vos te levantaste y te paraste al lado de la ventana, junto al pizarrón. Ese fue la primera vez que hablamos. La profesora te reto y te obligo a sentarte
En el último vagón. Como siempre. Desde ahí puedo ver el cielo despertando, con un sol desperezándose y la luna rebelde, que aún quiere que la sigan admirando un poco más. No están solos… Se esperan, uno para irse, la otra para surgir, como dos amantes… Sube una mujer embarazada. Un suspiro me levanta. No esta cerca mío, pero soy el hombre joven. Todas las miradas, ancianas y resentidas, se posarían sobre mis hombros si no lo hago. Si no fuera por este bendito calor… Siento los aguijones de esa chusma clavándose en mi nuca. Cada mañana lo mismo. Seguramente vieron mi cara de odio cuando subió esa mujer. Si supieran, si tan solo supieran que… Otra vez mi cuerpo se rinde. Tal vez si estuviese con ella… allá seguro estaría nevando en estas fechas… “Estación constitución, ultima parada, por favor bajar por el anden izquierdo. Muchas gracias” Constitución. Ocho treinta a.m. Tal vez a las nueve este en la facultad. Tarde, aunque considerando
Que no estas junto a mí, las cosas pierden sentido… No me mal interpretes. Estoy cómoda, me tratan muy bien y estoy aprendiendo mucho. He hecho un par de amigas. Me gustaría que las conocieras. Una de ellas quería estudiar letras como vos, pero los padres no la dejaron y termino acá, en medicina. Pobre… seguro tendrían mucho de que hablar. Conmigo en el medio, claro… Es un buen lugar aunque… Búrlate si queres pero todavía escribo pegada a la pared, dejando el lugar para tu codo y tu garabateo, todavía espero con ansias en el banco al lado de la puerta del aula a que aparezcas, tarde, con los ojos dormidos y la sonrisa de buenos días en tus labios. Aun lo hago, si… ¿En buenos aires pronto llega el verano no? Por acá, como te imaginaras, todavía falta medio año. Una amiga me invitó a pasar unos días con ella y su familia en el campo. No te enojes. A vos no te gustan los bichos y el olor a establo… Te prometo que cuando nos veamos vamos a ir juntos a la playa… da igual… la distancia… No, no quiero pensarlo, siempre voy a estar
Llegando de noche. Cada día. Cada viernes. Todos salen y yo entro, una puerta oscura y un cuarto vacío. El té sigue esperando, tal cual lo dejé a la mañana. Ya no puedo tomarlo, no solo… Dejo la mochila y me meto en la ducha. Quizás con el agua hoy si se vayan esos recuerdos. Cada noche lo espero… al menos hoy me sacara el calor. El agua comienza a enfriarse pero fuera me espera otra comida precalentada, otra cama fría y otra vez el mismo techo… Tal vez me quede toda la noche. El agua dejara de recorrer mi cuerpo y se quedara en él, con seguridad el vapor me consumirá. Nadie estará esperándome un sábado… ni ningún otro día… ya ni ella me busca… Una semana, ¿o dos? Para ese entonces mi cuerpo desaparecerá. Tal vez alguno pregunte pero nadie… nadie sabrá, a nadie le importará… mi cuerpo se evaporará y volará al campo… con ella, si, seguro estará ella… Incluso con suerte
Pueda viajar a Buenos Aires en año nuevo. Dejame soñar, se que es imposible… ¿Es que ya no queres verme?... Lo siento, no es tu culpa, lo se… es tan solo que no puedo estar mucho más lejos de vos… No, no voy a presionarte. Es hora que vaya cerrando. En mi ventana la nieve sigue cayendo y temo que mis lágrimas la sigan. Algún día tal vez leas estas palabras y sientas lo mismo. Si, estoy segura que te van a llegar, esta carta y sus hermanas, que esperan ansiosas por verte…
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