En esos pueblos que crecen muy lentamente, como esas promezas incumplidas por lo imposible.
Una familia, como todas, pero de padres muy prosperos, con cinco hijos que crecian al ritmo del dinero.
Hasta que un dia, toman conciencia de los bienes.
Ya las discuciones comenzaron y los padres solo atentos, sufrian evitandolos.
-¡Todo sera mio!, decia el mayor...
-¡No!, sera de todos , dijo otro...
Y asi, constantemente cuando se encontraban nacian los cuestionamientos, olvidando la hermandad.
Una noche, cuando todos dormian se escucha el grito de la madre, -¡por favor!, ¡me siento mal!.
Todos corrieron, y la madre ya estaba desmayada.
Fue internada, y bajo observacion, segun el medico no podia dar fecha de alta, asi que el padre vendio tres propiedades de las ocho que tenia.
Las discuciones continuaban por el resto de los bienes, cinco propiedades y un negocio.
El padre ya agotado, atendia el comercio, la cuidaba a la esposa para que estudien los hijos.
Burlando la autoridad del padre los abandonaron pensando en los bienes.
Una mañana, sufre un infarto al corazon el padre, sus empleados lo llevaron a la clinica, fieles de tantos aos, compartiendo pesares y lagrimas.
Luego de un estudio, habia que hacerle un transplante.
Al mismo tiempo todos los hijos sin saberlo habian iniciado una gran discucion que termino con golpes, lastimaduras, y, nunca mas volvieron a hablarse.
Fallece la madre, ninguno de los hijos fue al velatorio...
Pasan los los dias y fallece el padre.
Cada uno de los hijos contrata un abogado y se propuso una reunion, la ultima entre ellos.
Todos sentados con sus respectivos abogados alrededor de la mesa, sin mirarse, o, haciendolo de reojo, sienten que golpean la puerta.
El mayor, camina hacia ella, la abre, y pregunta, -¿quien es usted?.
-¿Yo?, dice el hombre.
-¡Soy el dueño de todos los bienes, y, de esta casa, su padre me vendio todo para pagar su enfermedad.
Ahora vengo a tomar pocecion!.
MARIA1 |