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Inicio / Cuenteros Locales / levyta / De profesiones insólitas y otras travesuras VIII

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Fue en un algún momento distante en el futuro que decidí convertirme en agente de turistas de viajes en el tiempo. Cuando iniciamos los viajes al pasado la vigilancia de la federación gubernamental era escasa, consistía en una ligera revisión en búsqueda de relojes, cámaras fotográficas y teléfonos celulares; además de obligarnos a proporcionar el entrenamiento elemental para franquear el umbral del espacio-tiempo, lo cual tardaba apenas un par de días en nuestros laboratorios. La odontóloga examinaba a los pasajeros con lista en mano, implantando el biochip de traducción simultánea bajo las encías, una vez aprobados y sellados los documentos, bastaba con sentarse plácidamente, cerrar los ojos, desintegrarse en pequeñas moléculas, dejar el alma suspendida, respirar profundo para no sentirse apunado y reencontrarla en un escaño del coliseo romano o en medio de un clásico de fútbol en el Jornalista Mário Filho.

Ser pioneros de cronoviajes, provocó que la gente nos catalogara como auténticos héroes de nuestro tiempo. Sin embargo tiempo después de los escándalos provocados por las apuestas ilegales en loterías y juegos, sumados a bochornosos fraudes desviando buques cargados con tesoros hacia tierras seguras en las Bermudas; conminó al gobierno a tomar medidas extremas y regresar al pasado era ya un autentico fastidio para los miembros del sindicato.

A pesar de la mala fama y habladurías, tres holandeses obesos habían llegado hace unas semanas a nuestras oficinas. Deliberadamente les hicimos esperar para tomar un cronoviaje corto, que les permitiera regresar a la canonización de Santa Lidia de Schiedam. Liduvina era frecuentemente visitada en su lecho de enferma, como auténtica estigmatizada, y su padre convenía en conseguir vestiduras de época, zapato de ocasión, y alguna visita milagrosa a cambio de alguna dosis generosa de medicina para los bubones purulentos de su hija.

Vandor y sus dos hijastros retornaron con una
auténtica guarnición de queso de gouda y hartos de vino, lucían jubilosos y rubicundos a su regreso.

Confiados en los resultados de esta primera aventura, se apresuraron a inscribirse en la lista más ansiada y probablemente unas de las visitas guidas más onerosas, no obstante pagaron sin dudar y alentaron a su familia entera a seguirlos. Nunca supimos cuanto de nuestro éxito y ambición desmedida, provocaría esta demanda y el mismo cierre de la compañía. Puesto que debimos viajar a los alrededores de Belén, 754 años antes de la
fundación de Roma, cuatro veces antes de lograr completar el suministro de viandas y ropas adecuadas, además de cubrir algunos detalles que hicieran más deleitable la llegada de los visitantes.

Paulatinamente nuestros ejecutivos reservaron los hostales, tiendas y uno que otro aposento familiar abandonado durante el censo. No obstante jamás pronosticamos que precisamente esta abultada lista de invitados, serían quienes coparían todos los rincones de esta pequeña aldea, porque durante la noche a pesar de la insistencia de ese viejo carpintero y su joven esposa embarazada, ellos fueron incapaces de lograr un alojamiento digno de un mesías, en esta ciudad atiborrada de turistas holandeses.

Texto agregado el 26-05-2011, y leído por 173 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
27-05-2011 ¡Auch! Cuando los planes no resultan como uno espera. Muy fluído. solo_agua
 
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