Un vuelo que aterriza, otros que parten, aeropuerto internacional, donde una multitud de personas con diferentes historias, idiosincracias, van de un lado al otro.
Alli, Esther caminaba temerosa.
Hizo el despacho del boleto y de su equipaje.
Ojos que tras ella robaban su direccion, su ruta.
Ruta igual, con desconocimientos.
Esther sintio en sus espaldas la mirada, no queria darse vuelta, frente inclinada hacia las baldosas, de tantas huellas en el recuerdo.
Camino, lenta y ceremoniosamente hacia la manga del avion.
Sentia pasos, pasos unos mas pesados que otros.
Continuo su destino...
Una azafata sonriente les daba la bienvenida, sentia en sus espaldas, luego de un suspiro, una respiracion.
Esther se acomodo en un asiento de del avion.
El hombre se sento a su lado.
Luego sintio la misma respiracion.
Respiracion que sintio en todo momento, en el despacho, en la manga, y ahora dentro del avion.
Hizo la señal de la cruz, tomo de su cartera el rosario.
El hombre solo observaba, luego le dice, -¡señorita!, ¿siente miedo?, no, no lo tenga, yo viajo seguido, jamas tuve problemas.
Esther sonrio, respondio, -¡no!, no tengo miedo es la voluntad del padre.
El hombre no entendia nada...
Esther era muy joven, muy dulce y hermosa.
Ya en vuelo, el hombre trataba de iniciar un dialogo vanamente.
Hasta que agotado le dice, -¿digame señorita?, ¿es usted casada?
-¡Si!, responde Esther, con Dios!
-¿Como con Dios?, vuelve a preguntar el hombre.
Esther responde, -¡es que soy monja señor!

MARIA1