Mientras voy definiendo lo que es la literatura escrita (O simplemente el hecho de recordar a la maestra de primer grado, tan paciente la pobre, pero siempre azotando nuestros pobres dedos como para incentivar las escuálidas falanges, para que se acoplen con las palmas tatuadas por el tiempo, más juntos con las uñas empujar al mensaje para que salga a la luz plena, que era de esperar que el humano llegue hasta el límite con ser una estrella) una tenaza se cierne sobre mi sien, allá por los costados de la frente o la nuca, donde el peluquero escribe sobres sus lamentos, pero igualmente hacia los costados se clava el dolor intenso.
Levanto una copa prohibida con sabor agrio plagado de misterio, los números y las letras son las palabras que luego decimos, ellos son unos verdaderos autos parlantes que finalmente expresan un mensaje patente y exacto.