La muerte flota y se mece
en la playa de las piedras y los equilibrios
el cielo es gris oscuro nublado
los susurros del trueno lejano
en recitativa aria
resuenan en mis oídos,
que junto al lamento del viento
con fresco y húmedo espurreo
me eriza la piel de un frío sensible y musical
una barca prisionera, se mece oleosa
atada a un collar de perlas rojas
en un mar brumoso y oleado
de color gris oscuro nublado,
con puntilla de encaje
cientos, de peces muertos
flotan y se mecen,
en el mar, la muerte,
flota y se mece durante algún tiempo,
por alguna razón inexplicable y química
o por suicidio colectivo de secta marina,
imperativa orden mística, exhortada por pescado líder,
enfermo teócrata megalómano y wagneriano,
que ya está formando otra comuna en Barbados
los mecidos cadáveres flotantes
semillean las cercanías de la orilla, como muerte sembrada
esperando dar fruto en barrigas aladas
acercándose a los otros vertederos
bocas hambrientas, de las inquilinas de los áticos rocosos
gaviotas con hambruna sistémica,
haciendo el mercado semanal
en picados mortales y rasantes vuelos acrobáticos.
y yo, varado en la orilla
observo extasiado la glotonería animal y alada
ahogando los tobillos en agua salada
una niña desnudita, llora histérica
de pie con la cabeza muy alta y la boca muy abierta
su hermano, como un cirujano de pinzas-dedos
de la cola, le acercó a su carita,
una muerte hinchada, de ojos tristes y cuerpo blando
pequeño demonio, de niño cirujano de peces destripados
su madre la consuela
el hermano huye entre las piedras,
su padre lo persigue enfadado,
bailando de dolor y añorando estar alado.
Antonio © M. ( T i T o. M.)
Mayo 2011
Pensamientos Vagabundos
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