Antes conjugaba con optimismo
el verbo “esperanza”, pero hoy,
(a causa del alemán quizá),
lo confundo con “escepticismo”.
Por eso, es que confieso que,
en profundo secreto llevo,
una batalla que libro a ciegas
y que no parezco el vencedor.
Me dijeron alguna vez, en un cuento,
que el cielo no es como lo pintan.
Y yo, que nací una noche de invierno,
me negué a vivir de una mentira.
Con toda mi esperanza puesta
en un futuro incierto y lejano,
colmado de deberes y derechos,
busque la perfección, cosa del destino,
en el sueño del esfuerzo personal.
guardé mis palabras para probar
que existe la verdad; vi llanto,
soledad, discriminación, y memoria
(memoria, patria herida, memoria)
y contra todo ello no veo
que el mundo ponga empeño. |