Cuáles serán mis intereses. Qué valoro yo como mujer y cuánto valgo si es que valgo algo. Cuál es mi pasión. Estoy buscando respuesta a todas estas preguntas, pues aquí me encuentro, de nuevo sentada entre un grupo de mujeres, con las que ya ahora si compruebo, no tengo nada en común. Me cuestiono profundamente porque no es posible que haya un solo tema que tenga coincidente con ellas. Yo profesional, he viajado a más de 40 países, lectora ávida y amante del cine y aún no tengo nada que aportar a la conversación. Será que no veo suficientes noticieros y no sé lo que está sucediendo actualmente en el mundo? Será que la sobrecarga de información del mundo más el azar de que varias personas nos interesemos en la misma temática me cayó encima como un tsunami y me arrastro a lago de la ignorancia?
Y me parece que estas mujeres saben de todo. De todo tema. Saltan de un asunto a otro bastante rápido lo cual siempre me ha impresionado del sexo femenino, pero si lo analizo, realmente tampoco hay picardía en ninguno de los temas que tocan, o por lo menos ese es mi juicio. Me inunda un horrible aburrimiento de seguir sonriendo, ensenando todos los dientes, y de seguir moviendo la cabeza de izquierda a derecha, de derecha a izquierda. Por eso estoy pensando en que cuáles serán y si poseo buenos atributos, porque hasta la autoestima cayó muerta de la desgana, cuando veo que no tengo nada que opinar de los temas que saltan en la mesa.
Además en esta mesa nadie es como yo. Yo siempre tuve el trauma del extranjero. Cada vez que yo estaba con mis amigos hablando, -y es que lo peor es que yo hablo demasiado, opino de todo y luego opino de la opinión- y alguien entraba en la conversación o se sentaba tarde a una mesa, siempre les resumía de nuevo el anterior dialogo y les explicaba de que conversábamos, para introducir á esta persona al ambiente. Pero claro, nunca me he encontrado a mí en una mesa.
Veía una a una las caras de mis compañeras de mesa. La razón de estar en esta mesa es el festejo del nacimiento de un bebe. Se sentó al lado mío la hermana de la embarazada y tuve que correr mi cartera y el portafolio que vengo cargando hace días. Pensé que cada día iría sacándole documentos, haciéndolo menos pesado, pero el peso del contenido de los documentos es mayor que el peso del papel.
Se abrieron los regalos y luego salí caminando del restaurante, hacia la calle principal. Pensé que la creatividad con las que organizan las ventanas de las tiendas podría ventilarme la mente. Al avanzar esperaba ir recuperando la autoestima. Era fantástico, algunos ventanales eran coordinados por color, azules, violetas, solo blancos… Algunas por personalidad, la ventana con accesorios para la mujer que vive la vida ultra elegante, pañuelos, sombreros, si es que alguien tiene el tiempo y el dinero para poder llevar esa vida. La ventana urbana, la ventana de texturas…
Claro ya se. Me ilumine y pensé que es solamente que no soy de esta ciudad. Lo que no tengo en la familiaridad del origen. No puedo aportar a los comentarios ni de un restaurante especifico al que no conozco, ni de una dirección que para mí no da contexto, ni de un procedimiento escolar de un barrio especifico. No sé si ese nombre es un pueblo o es el nombre de una tienda. Si el adjetivo con el que describieron esa cartera o esa casa da risa o da contexto. No era que ellas sabían de toda temática y yo no. Hasta podría decir que sabían bastante poco de temas internacionales, ni tampoco profundizaban en temas y no daba chance de opinar. Siempre fue solo la puntualidad de un banal evento en especifico, sin siquiera una base para formar una opinión para poder secundar o a partir de ella filosofar.
Por lo menos ya me quite el peso de encima. No es que perdí el arte de hablar por hablar. No es que no sé nada de nada. No es que me quede sin palabras. Es solamente que no soy de acá. Que ganas de pasar una tarde en una conversación de plena coincidencia, de hablar y de oír hasta quedar exhausta. No me queda nada más que esperar a que alguien me visite. O de ir de visita a mi hogar. Espero que esto les pase a todas las mujeres que no viven en el país donde nacieron y no ser a la única a la que le sucede. O más bien espero que esto no les pase a todas las mujeres que no viven en el país donde nacieron.
Concluí que no estoy sin palabras. Que aún tengo mucho que decir y redecir. En ese justo momento sentí y concluí que si puedo firmar los papeles de divorcio que tengo en mi cartera. Es momento de una nueva vida y de vuelta a mi país, ya no hay razón por la cual estar acá.
Veintitrés días estuvieron los papeles de divorcio que me envió mi marido de tres años, vía su abogado. De lo que si estoy sin palabras es de lo que ir a un aburrido babyshower puede desencadenar.
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