Se requiebra en el pecho el último cristal de un corazón roto. la ausencia se hace casi tangible a mis manos y mis ojos no hay nada solo aire turbio que oscila como el pendulo del minuto que ya se fue. Tiempo de nadie. Latidos sin rumbo, ahogados de nada camino sin pasos horca sin muerte ojos sin brillo abismo con fondo silencio sin color.
Texto agregado el 24-05-2011, y leído por 213 visitantes. (5 votos)