Que se callen ahora las escuelas y los credos
Walt Whitman
Me celebro y me canto a mí mismo. No confio en vuestro agasajo, a menudo me mencionáis las bendiciones de dios. No tengo nada en contra de él; respeto sus terremotos y huracanes y, en justa correspondencia, exijo respeto a mis pecados.
Me celebro a mí mismo. Por la vida, trago amargo que embriaga mis latidos. ¡Maldigo la fecunda simiente de mi padre!
Me canto a mí mismo. Por la vida, por sus caderas; hermosas curvas donde descansan mis íntimos deseos. ¡Bendigo el inicial vientre de mi madre!
No me acuséis de subversivo. A mediocres instituciones represento, con total mediocridad; a pies juntillas, alineado, en el rebaño. Me canto a mí mismo
No estoy en carrera. Sobre mi cuerpo -descansado y derrotado-, pasan, cabalgando, salvajes criaturas con insensata prisa. Me celebro a mi mismo.
Tengo en orden mis costillas, insacrificables costillas. Sacrifiquemos la carne, en comunión de sal y espuma. Me celebro y me canto a mí mismo.
¿Por qué no celebrarme y cantarme a mí mismo, si toda alegría, desgracia y placer se origina en las raices de esta pobre barro pensativo?
Tengo 27 años. Reinvindico mi existencia y sin tragedia ni dolor, me vuelvo a parir, como ayer, hoy y mañana. |