Escojo esas extrañas palabras
que bailan alegres, en texto libre,
o aquel viejo poema encontrado
entre páginas de un libro ya casi olvidado,
y que habla de la garúa del amanecer,
para, por terapia, liberarme reflexionando.
Y es allí que solas, surgen repentinas
preguntas y respuestas que sirven,
acaso en un instante, para entrar en tu vida.
Humanas sensaciones que no se pueden
o no se quieren explicar y que empujan
a decir lo que uno, en verdad, siente.
Pulsiones sobre este reencarnado amor
que existe más allá de todo evento,
pasión de tormenta, marea y fresas,
éxtasis de tu piel que llega hasta mí,
milagro de tus facciones claras,
inmersas en esos besos que murieron,
renaciendo mil veces en la diaria batalla
que desafía el orden que desobedecemos
y la medida del tiempo que no interesa,
y se prolonga toda la vida aunque parezca
durar solamente un simple segundo,
tal si fuera un mundo de emociones
en una eterna dedicación al primer amor.
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