Soy hijo de la democracía Puntofijista, de la de Renny, que por cierto fue muerto en ella...,la de las fiestas impelables los días viernes y sábados a donde ibamos con invitación y sin ella, erán esos años donde El Cafetal era un montón de terrenos en construcción y el CC El Cafetal era un campo para jugar caimaneras, donde ir a las cuevas del Cafetal eran una excursión en si, y ni hablar de las patinatas cuando las madrugadas le pertenecian al ciudadano y sobre todo a nosotros los otrora niños, en navidad.
La primera vez que lo oí fué en el recién inaugurado Parque Central yo apenas salía de niño y estaba en casa de unos amigos de mi hermana Gloria, y allí me llamó la atención la música que oian, quinta Anauco se llamaba y era el tema de amor de la pelicula La epopeya de Bolívar, de allí quede cautivado por la melodia, después averigué que era de Aldemaro Romero y que éste habia creado un género de música al que llamarón onda nueva.
De allí en adelante siempre me gustó y lo fuí a ver a cuanto concierto pude, en el Aula Magna de la UCV, en el TTC de Caracas, en la concha acústica etc, se acuerdan de su catirito Panchito Mandefua, de su tonta, gafa y boba, de lo más granado de nuestros cantantes como María Teresa Chacín y ahora María Rivas que le servían de mágnificas interpretes, pero sobre todo me acuerdo de una canción muy linda que se llama sueños de una niña grande, oiganla y luego me dirán que les parece.
Ahora que el maestro se ha ido, queda su legado, su música y su época que son lo mismo, yo me encargaré de que mi hijo y las nuevas generaciones oigan sus discos y allí le contaré entre canción y canción como fue aquella Venezuela.
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