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En la mayor o, mejor dicho en todas partes nos odian. Nosotros no tenemos nombre, tampoco forma. Nuestro objetivo consiste simplemente en destruir a los Frondosos, así los llamamos. Son bestias hermosas, con gran follaje, que habitan diversas regiones. Toda nuestra existencia la dedicamos a maltratarlos, a humillarlos, a evitar que sigan siendo ellos. Los detestamos, nuestra raza lo hace, los detestamos por ser tan bondadosos y alegres, de grandes corazones y hermosos. Cualquiera que los contemple los ama, pues son tan generosos y graciosos a pesar de su tamaño, inmensos, rozando las telas del Urano. Y nosotros somos viles, y desdichados, porque no tenemos su gracia, y no elegimos ser así. Nos ahogamos en odio, y no hablamos entre nosotros, porque somos solitarios, misántropos. Simplemente sabemos que hay otros y con eso nos basta. Y cuando tenemos en mira a algún Frondoso y dos de nosotros, o más, peleamos por su muerte, o su humillación los días se hacen mas largos, y los climas cambian y son contradictorios. Los Frondosos se alimentan de Helios, de sus gloriosos rayos, y son amantes secretos de Selene. A nosotros ellos nos repudian, por lo antes mencionado, y nosotros también a ellos, pero no está a nuestro alcance su destrucción.
Los Frondosos saben de nuestra existencia. Pero no nos odian, ¡Sólo ellos no lo hacen! Y esto nos hace detestarlos más, por su eterna bondad. Pensar que nosotros día y noche, buscamos su perdición y ellos harían todo por nuestro bien. ¡Engendros de buen carácter!
Nunca nos han combatido. En los tiempos de caza siempre se dejan vencer. Nunca se oponen a nuestra tiranía, y son maltratados de todas las formas posibles. Y ellos se lamentan en secreto, y esto reaviva nuestro odio, y ellos lloran. Pero nunca combaten, pues fueron hechos para el bien, y solo para ello.
Los tiempos de caza varían. No siempre estamos atacando, gran parte de nuestro tiempo, solo planificamos, con severo rencor nuestros ataques. Y nos desesperamos, y nos impacientamos, y muchas veces no aguardamos lo necesario y salimos odiosos y llenos de furia a saciar nuestros viles corazones. Pero los Frondosos en épocas distintas a las de caza, no son iguales, pues no están en su total forma. Y destruirlos, humillarlos, no nos sacia igual que cuando lo hacemos cuando se debe. Por eso entendemos nuestro error y nos resguardamos en nuestros viles hogares. Y muchas veces lloramos, porque no podemos soportar nuestra maldad, y nuestra sed de destrucción, o gritamos, rugimos tan fuerte que estremecemos las almas de todos los seres en existencia. Y cuando por fin es el tiempo, todo oscurece, y reina la melancolía. Las nubes cubren el Urano y de ellas caen mares, y nosotros nos desplazamos henchidas nuestras almas (a pesar de que afirmen algunos que no las tenemos) de placer maligno. Cubrimos de desengaño todo a nuestro alrededor. Pero esto no dura mucho, siempre debemos retornar a nuestras guaridas, y quedarnos allí resguardados.
Ya mencioné que no tenemos formas, por eso también se nos hace fácil envenenar las almas de quien a ello se preste, solo un instante nos basta. Y ahí estamos sembrando la vileza. Ellos (los Frondosos), al contrario, las purifican, se reproducen de esta manera, y siempre consiguen alegrar aunque sea un instante a alguien, con su hermosura, y bondad que no conoce limites.
Ya mucho tiempo hace de esta lucha. Siempre hay nuevos aliados, en ambos bandos. Aunque los que con nosotros se alían, no sospechan de nuestra esencia maligna. Y estúpidos se dejan engañar, y después derraman lágrimas de culpa, que a nadie sirve, más que a nosotros, que sonreímos ocultos, y menesterosos de estas desdichas. Pero todo por el mismo fin, siempre el mismo, evitar la propagación, de nuestros antónimos longevos, en vida y bondad.
Y a mi, sólo un sin nombre más, en necesidad de calmar mi odio, y mis ganas de matar y humillar, se me presento la oportunidad de contar esta batalla. El por que de la misma me lo he preguntado muchas veces, y solo llego a la misma conclusión: los contrastes evidentes. El fin lo considero incierto, imposible de prever. Pero debo decir, que por ahora, somos nosotros los beneficiados. El tiempo sabrá a quién declarar ganador.

Texto agregado el 21-05-2011, y leído por 80 visitantes. (0 votos)


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