En su cabeza empezó a oír voces. Al principio no le sorprendió demasiado; estaba acostumbrado a su dialogo mental. Al ruido de su cabeza y a esa voz tan conocida que le hablaba a veces en susurros y amigable, otras de forma burda e hiriente, pero que dominaba y conseguía acallar.
Entonces se entregaba al silencio, el run run cesaba, no eran muchas las veces pero él era el dueño de su propia voz.
Ahora es distinto, eran muchas las voces, estridentes, mal habladas, elocuentes, dicharacheras, graves, agudas,deformes, alteradas, confusas, viejas, chillonas, ofensivas, cabreadas,soeces, enemigas, canallas sorprendidas, puercas, ruines, blasfemas, cochinas, sencillas, mordaces.
Voces que se unían unas a otras, que discutían entre ellas, todas al tiempo, estallando en su cabeza, reventando sus tìmpanos.
Un sábado por la mañana a las once en punto entro en la bañera.
Se hizo el silencio.
Maravilloso, espléndido, virtuoso, mágico.
Se sumergió en El mientras el agua se teñía de rojo.
|