La vida es solo una transición 
que se roba de a instantes. 
Como seres de una vieja canción, 
un último acorde nos llamará a silencio 
y entraremos en la estación del olvido. 
A veces, nos  dolerán esas raras cosas  
que royeron paredes de nuestras certezas, 
no resultamos lo que todos esperaban 
o porque fuimos peores, o por mejores. 
O simplemente por escribir una historia real, 
nuestra, con la simple la esperanza de ser,  
y no fuimos… condenadamente no fuimos. 
Pero en algún momento, entenderemos, 
antes que deslumbre el ocre del ocaso, 
el presagio de esas nuevas brisas, 
mezcla de tempestad y calma, 
con que el mundo de incertidumbre 
finiquita, lerdo, su noche más larga. 
Como un pintado impresionismo 
o un: va a suceder, siempre anhelado, 
dejaremos de hablar de uno mismo 
para garabatear las letras sueltas 
de lo que fue nuestra experiencia vital. 
Y allí, sin que nos demos cuenta cabal, 
flor y fruto de la infidelidad a nosotros mismos 
trasmitiremos la posta a los que vendrán.  |