CUADRO DE EDADES DE EL HOMBRE Y LA MUJER 421 palabras

De un día de nacido a un año: Problemas y ocupación día y noche para los progenitores, familiares o ayudantes.
De uno a cuatro, peligro para sus allegados, porque se convierte en una potencia destructora, tanto de las cosas materiales, como de la economía familiar.
De los cuatro hasta los ocho; tenemos en casa un algo muy parecido a un simio, todo lo imita, hace muecas para que sus súbditos mueran de risa.
De ocho a quince: intenta salir adelante; empieza a mostrar el orgullo altanero; se cree un potencial e imprescindible en el clan, imponiendo su mandato.
De quince a veinte, solamente él es quien sabe hacer las cosas, si es varón, se convierte en un adonis o Juan Tenorio, invencible, arrogante; su inteligencia ha superado a la de sus progenitores y por consiguiente, a todo intelectual.
No acepta consejos porque sabe más que cualquier mayor.
No respeta a nadie, porque esto lo exige para él; lo que los demás hacen, está mal según él; se conduce con la debida corrección, con modales impecables; en una palabra, se ha convertido en un nudo de problemas para la sociedad que lo rodea.
Si es hembra, sabe más que su madre y sus hermanas mayores, tías, y sus amigas; no admite consejos; éstos los recibe como regaños. Para ella todas las demás son viejas llenas de resabios; son feas, solamente ella es hermosa, la más linda de la comarca.
De los veintidós a los treinta y cinco, es modelo de lo antagonista, imponente, atrayente, estudioso/a, serio/a, olvidadizo/a, de las niñerías; ambicioso/a, conquistador/a, rico/a, en espíritu y personalidad.
De los treinta y cinco a los cincuenta: está empezando a entender para qué está en este mundo; ahora estudia con interés; se lamenta de los errores anteriores y anhela los momentos de suerte que despreció en los años pasados; quiere aprovechar la poca inteligencia que le queda aprendiendo a ser útil al prójimo.
De los cincuenta a los ochenta: es persona razonable; es una escuela nacional o quizá universal, una universidad, es aquí donde desarrolla todo su potencial que lleva dentro de sí, y lo coloca a disposición de todo el que quiera aprovecharlo exteriorizando todos su valores.
De los ochenta a los cien: es sólo un recuerdo del pasado; un despojo de la vida, un estropajo, es desprecio del joven y un estorbo entre los suyos y la sociedad que lo ha visto crecer durante este siglo completo.

Reinaldo Barrientos G.

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