A través del empañado cristal que me separa de un oscuro frío y alineados en el soberbio Universo, los astros transmiten su energía para hacer que mis pensamientos no formen parte de una locura imaginaria sino que se plasmen algún día en un casi asfixiante beso.
Fueron innumerables las noches de soledad que rogué a las estrellas que esa bellísima mujer sea mi amada. Quizás mis pedidos al Infinito no buscaban que ella se enamore, quizás sólo me bastaba con tenerla algún día en mis brazos y poder rozar mis labios contra los suyos.
Esa hermosa mujer posee eso que tienen las noches estrelladas de verano que envuelven a los amantes que no desean la salida del sol. Su mirada es tan fuerte y tan seductora a la vez, que de solo recordarla hace que mire al suelo y susurre “…es hermosa”. Posee una fuerza de atracción tal que no creo que algún Físico pueda explicarla. Solo me queda esperar, ser paciente.
– Mozo!!!...más vino por favor, me quedo un rato más.
Texto agregado el 19-05-2011, y leído por 155
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