Situada en un hogar corriente una familia normal vivía comúnmente. La madre una señora asmática y muy amiga de su hija, el padre un hombre que se enojába con facilidad y Daiana, una adolecente de 16 años que consideraba a su mamá como lo más importante todo.
Últimamente había muchos problemas en la casa y la mujer estaba muy nerviosa. El esposo era muy trabajador pero también muy derrochador. Un ambiente de tensión estaba presente constantemente y era muy desfavorable para todos. La joven sufría mucho y su rendimiento escolar bajaba deplorablemente.
Esto llevo a que la angustiada madre de esta chica sufra un ataque de asma que casi le cuesta la vida por lo que tuvo que ser hospitalizada. Los médicos le informan a Daiana que su madre necesita un costoso tratamiento y un respirador artificial. Estando en esta situación su irresponsable padre las deja a ambas ya que no queria hacerce cargo de este gran problema, asi que termina yéndose con otra mujer . Desde aquí empieza la fatídica odisea de aquella niña.
Sola contra la vida, sin familiares, sin amigos; se ve obligada a encontrar un empleo para poner mantener a su madre con ella.
Buscando y buscando logra conseguir un trabajo: camarera en un restaurante. Desesperada deja sus estudios para ocuparse más de su oficio. Sus compañeros de trabajo la molestaban constantemente ya sea por su edad o por su situación actual. Diáriamente acudía a un parque a reflexionar o, de vez en cuando, a llorar. Un día como cualquier otro, mientras estaba triste en el banco de la plaza un muchacho de apariencia elegante se le acerca y le pregunta el motivo de su sufrimiento.
-Mi madre esta grave –susurra ella- necesita un costoso tratamiento.
-¿Hay algo que pueda hacer por vos? –pregunta él.
A lo que ella responde: -No creo, igual gracias por preguntar.
Después de decir esto ella se levanta y se va caminando lentamente. Al día siguiente estando en su trabajo mientras sus compañeros la fastidiaban recibe una llamada del hospital diciendo que su madre estaba empeorando y necesitaba el tratamiento inmediatamente. Ella rompe en un llanto y todos se quedan mudos. La chica soltó el teléfono abruptamente y corrió ciegamente hacia afuera.
Del sobresalto llego hasta el parque y se sentó en el mismo banco de siempre y se encontró con aquel muchacho que hablándole logro subirle la autoestima. Tuvieron tiempo para conocerse mejor, ella le contó todos sus problemas y él la comprendió y la aconsejo. Su felicidad duró poco ya que pasada unas horas recibió un llamado que le produjo un cambio radical en su rostro.
El llamado fue serio y le comunico que si no pagaba los impuestos le iban a embargar la casa.
Cuando volteo para contarle a su amigo el ya no estaba mas. Daiana quedo sorprendida y al mismo tiempo ofendida pensado que ya no querían escuchar sus problemas. Desconsolada, regresó a su casa a pensar sobre su vida. Era de noche, ella no había comido ni bebido nada y parecía que tampoco quería dormir.
Sentada al lado de la ventada, mirando la humeda noche queda finalmente dormida. Despierta al otro día varias horas mas tarde de lo que acostumbraba. Llamo a su empleo en el cual le dijeron que si seguía su irresponsabilidad lo perdería.
Deprimida en su casa, preparando algo para desayunar se escucha el timbre. Le llamó la atención, no tenóa familiares ni amigos, nadie vendrá a visitarla. En un instante penso mil de las peores cosas que le podrian decir.
Abrió la puerta y se encontró con el, aquel muchacho del parque. Se mostró arrepentido y pidió disculpas. Hablaron un rato y ella lo invitó a entrar. Luego de desayunar el le dice que tenia que irse, que cosas inconclusas lo esperaban. Salen fuera y antes de saludarla le informa que se olvido un reloj dentro, si podría alcanzar.
Daiana entra, y no encuentra ninguna pertenencia, así que sale a contarle pero no se encuentra con nadie.
Pasaron tres días, volvió a caer en depresión. Falto al trabajo lo que casi le cuesta que la despidan pero al estar en su situación le dieron otra oportunidad.
Al día siguiente mientras ella estaba atendiendo llega el mismo chico. Al verlo ella lo saluda alegremente, aunque un poco molesta. Empezó a hablarle y servirle sin ignorando las miradas de sus compañeros que cada ves la veían peor. Antes que de lleve la orden a la cocina su jefe la detiene y le pide si podian hablar en privado.
Su jefe le dijo que era lo ultimo que podía tolerar y que necesitaba ayuda profesional. Al principio se mostró desconcertada, no sabia porque la regañaban. Le indicaron que no había nadie en la mesa, que estaba hablando sola, inventando cosas. También añadieron que esto de la madre la afecto psicológicamente. En todo momento ella negó la acusación. Tras gritos Daiana empuja una mesa para luego salir corriendo descontrolada.
Exaltada se puso a correr sin destino aparente. Nadie fue tras ella ya que no lo consideraban su problema.
Vagando por las calles mas pobres de la ciudad encontró de nuevo al chico. Llorando empezó a preguntar por qué le hacia eso, por qué siempre desaparece. El no paresia reaccionar, se mostraba con la misma sonrisa de siempre.
Antes que termine de expresarle todo lo que siente la interrumpe una señora del lugar, le pregunta porque le grita a la pared. La joven volteo y le mostró que estaba hablando con el que estaba sentado ahí mientras señalaba un sector vació en lo bajo de la pared. La asustada mujer abandono el lugar con miedo y prisa dejando a Daiana muy confundida.
Lentamente camino a su casa. En la puerta estaba su jefe, junto con dos hombres vestidos de blanco. Inmediatamente entendió la situación e intento irse desapercibida. Empezó a correr pero antes de dar 4 pasos la detuvieron, sedaron y llevaron al vehículo estacionado frente a la casa.
Fue su ultima vez en la calle.
Partieron a un psiquiatrico donde la diagnosticaron y encerraron con un largo tratamiento.
La metieron en una cruel y solitaria celda, la cual la volvía mas loca. Sin poder hacer nada ella pensaba en su madre quien día a día empeoraba, pensaba en que nadie pagara su tratamiento y nadie se ocuparía de ella.
A los pocos días, cuando se despierta de una largo sueño, encuentra en su celda a aquel chico, posado, mirándola.
Daiana no lo soporto, se sobresaltó y empezó a insultarlo. Entre llantos y gritos le echaba la culpa de su encierro, y que por qué nunca se presento cuando lo necesitaba. Por qué se iba cuando mas tenia que quedarse y montón de otras cosas. Mirándola fijamente no exclamó ninguna palabra, solo una breve risa.
Se abrió la puerta de la celda y un sujeto se acercó. Le comentó que su madre no había soportado una operación y había fallecido. Siempre me arrepentiré por haber permitido que le dieran esta noticia.
El serio sujeto salió y cerró la puerta. Junto con esta se cerraron todas las esperanzas de la chica, se había cerrado su vida.
Impotente en su celda había perdido a su madre, su hogar y su libertad. Nada le quedaba, nada.
Cada segundo que vivía era peor que cualquier agonía. Su decisión era clara, sus deseos de morir muchos y su sufrimiento constante. Se terminó suicidando de una manera que no es agradable contar. Lo ultimo que escucho fué la sarcástica risa del que un día creyó su salvador.
Mi dolor es y sera inmenso, deje que mi única hija y mi esposa mueran. Las deje solas, contra la vida sin pensar en las consecuencias. No abra forma de remediar esto, no mientras este vivo. Lo único que puedo hacer es contar esta historia, no permitir que nadie mas se equivoque. Mi peor castigo es tener que vivir con este cargo en la conciencia, y eso haré hasta que Dios crea que ya es tiempo de que abandone la vida, y con ella mi eterno sufrimiento.
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