Reciensito encontramos a José muerto, en el Hall de la entrada a su edificio, los vecinos dicen que a juzgar por como procedieron se trata de una venganza personal, el portero del edificio jura que él estaba en una reunión de consorcio.
Pero resulta que José no tiene ninguna familia, ni nadie en el mundo más que yo, su amigo del alma, no puedo borrarme justo ahora, aunque a decir verdad con todo gusto lo haré, todo para ser libre, libre al fin (Además quedándome hasta me expongo a ser sospechado de asesino, no se como haré para enfrentar semejante imputación judicial).
Entonces mejor opto por colocar el cadáver de José sobre los hombros y salir caminando lo más campante.
La gente cree que José está borracho.
Pero mi carro está estacionado a las pocas cuadras, en una calle cortada donde de seguro no hay nadie esperando.
Coloco a José en la cajuela, y a los pocos segundos un hilo de sangre comienza a gotear cual aceite.
De todos modos, tranquilamente, tomo la carretera principal en dirección a las playas que están más lejanas.
Y en verdad con una pala de campamento realizo un pozo enorme, de un metro y medio cúbico, en tan solamente una hora y pico, que claro por lo menos para mi se hicieron interminables.
Ahora, como corresponde, luego de un baño de mar, por cierto muy necesario, me visto de mujer despampanante, comenzando a caminar por la ciudad.
Yo calculo que habrá de pasar mucho tiempo hasta que vuelva a ser el de antes.
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