Desgranando
tu imagen a lo lejos,
mientras huías
de la noche de serpientes
de tus malditos celos,
mi cuerpo impaciente,
en una primera travesura
olvidó tu perfume de mujer.
Iba a decirte, como regalo,
simplemente gracias,
pero una tristeza aromática,
de hierbabuena y eneldo,
como gotita simpática
o duendecillo parlanchín,
me pobló de estrellas amarillas,
en un auxilio implícito
a olvidar que te necesito.
Así, atrapado en un trozo de mí,
por elección, decidí sabiamente
que ya no te amo,
que mis sentires son solo
un intento de nada,
una sinfonía al revés,
un amor al que nadie le preguntó
a dónde se ha ido.
Por que?... aun no se,
ni lo tengo que justificar.
Es un día frío hoy,
con senderos de sombra,
abrígate, es destemplado
el adiós de la partida. |