El Perro Bombero

Como todos los perros bomberos, éste tenía un casco de bombero que iba en su cabeza que decía; Compañía nº5, El Valle. ”El fuego combatir hasta morir”. Se llamaba Sandy y era mí perro bombero. No formaba parte de ninguna compañía real, sino más bien el casco era un regalo de cumpleaños de mi abuelo y yo se lo regale a Sandy.
Trabajábamos y al mismo tiempo nos divertíamos; apagando fuegos, salvando gatitos que habían trepado sobre un árbol y no podía bajarse, ayudando abuelitas a cruzar la calle y todo tipo de tareas. Cuando yo jugaba con mi colección de autos que desde chico había ido juntando, gracias a regalos de mi tata, familia y amigos, nunca duraba mucho rato la diversión porque a menudo Sandy se hallaba persiguiendo a mis autos y les mordía los neumáticos de atrás y hasta allí llegaba el juego.
Con Sandy pasábamos todo el día juntos; desde despertarnos, tomar desayuno, jugar, almorzar, jugar, tomar once, no nos bañábamos juntos porque mamá decía que Sandy tenía muchas pulgas y lo bañaba con un shampoo especial y finalmente dormir. Y claro que esto lo repetíamos todos los días. Era parte de nuestra rutina.
Me acuerdo que hubo un día en el colegio que uno debía llevar algo que fuera muy querido por uno para presentarlo al curso y decir las razones. Algunos llevaron una foto de sus padres o abuelos, otros llevaron un power ranger o una Barbie, no falto el que llevó una pelota de fútbol y yo lleve a Sandy.
Al principio no querían dejarlo entrar, decían que podía morder a alguien o que iba a hacer pipí en las plantas o que iba a correr por toda la sala. Tuve que discutir mucho rato, hablar incluso con el rector, hasta que me dejaron, siempre y cuando estuviera todo el tiempo al lado mío y yo sabía que iba a ser así, porque así era siempre. Al final a todos les simpatizó muchísimo Sandy, e incluso lo dejaron invitado a que lo llevara cuando quisiera al colegio.
Un día domingo pasamos un gran susto. Sandy se escapó, un auto lo atropello y le paso a llevar su patita izquierda de atrás. Yo lo llevé rápidamente con mi mamá al veterinario para sanarlo. Nos dijeron que no iba a perder la pata, pero le pusieron un yeso y nos dijeron que tenía que guardar reposo por harto tiempo.
Cuando llegamos a la casa, altiro le dije a mamá que por el tiempo que estuviera Sandy en reposo, yo lo iba a acompañar. Me miró con ternura, no me dijo nada y me entendió.
Desde ese día nos quedamos en cama, haciendo reposo juntos. No iba al colegio, nos llevaban la comida a la cama y ya no jugábamos tanto como antes ni ayudábamos a la comunidad, más bien veíamos tele y dormíamos mucho, de hecho me dio sueño ahora.
Acabo de despertar y vi a mi mamá al lado mío con lágrimas y varios pañuelos en su regazo y algunos botados en el suelo. Me abrazaba con fuerza, me hacía cariño, me decía que quería y que había estado esperando que despertara hacer harto tiempo. No entendía nada y me dio sueño de nuevo, así que me dormí.

Se acercó el doctor y le dijo:

-Señora, su hijo acaba de fallecer.

La madre estalló en llanto en el pecho de su marido mientras éste la consolaba. Después de un largo rato y ya más calmada, la madre fue a desocupar la pieza que había ocupado su hijo por más de 6 meses. Sacó tarjetas flores, fotos y peluches. Entre uno de esos peluches había el de un perro con casco de bombero.