Se acerca corriendo a la orilla del lago, su cuerpo convulso y su mirada desenfocada. Pero el afuera en realidad para él no existe todo es su cabeza; todo se resume a lo que está pasando ahí, esos vómitos de imágenes malditas de una realidad pretérita de la que busca escapar; en ciegos intentos por calmarse busca el agua, la pasa por su cara, su pelo; pero el agua es sangre, y ahora esta corre a mares, sale de ella como reproches constantes por la vida que nunca le pudo dar y ahora quita con tanta repugnancia. Todo vuelve a pasar una y otra vez, ya serán miles las veces que cometió el mismo error, y su querida esposa siempre victima de esa cruel presión social mal encarada. La idea de saber que pasó, que realmente lo hizo cruza por sus marchitos pensamientos y es más de lo que puede soportar “matar y olvidar es matar-piensa buscando aire- si no lo puedo olvidar solo la condené a la desgracia de seguir sufriendo en mi memoria”.
Se levanta decidido a terminar lo que no puede tener otro final; pero es tarde las sirenas están cada vez mas cerca, no bastaría con correr, e inútil seria explicar que tienen que dejarlo terminar para poder liberarla, para que por fin ella descanse en paz, y él pueda dejar de cometer una y otra vez su mas grande error.