Con gentil porte, mirada límpida.
aire altivo, clara resignación.
Cien lágrimas en la nube
de sus iris, va la viuda,
alejándose del camposanto.
Las señoras en su dolor,
la consuelan, de su sentida
y triste melancolía.
Se fue mi vida, suspira.
Ahora que haré, lamenta,
y vuelve el rostro para ver,
en la lejanía, donde reposa él.
Un sendero la aleja
de lo que dice es, su real amor.
Igual senda la lleva
donde, la soledad, le espera.
Parten las dolientes damas de compañía.
Negra, la cúpula del cielo,
acompaña la despedida.
Sola en su aposento
entierra, su desnudo cuerpo,
en el que fuera marital lecho,
donde el sustituto alternativo,
de su soledad la arranca
con masculina presencia. |