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Al contar el siguiente relato tengo dos complicaciones, la primera: no tengo una referencia exacta de cuando comenzó, la segunda: estoy influido por lo ocurrido y me es difícil separar algunos sentimientos o pensamientos (esto se va a entender mas adelante).
Pongamos que las primeras veces que lo noté fue hace unos años atrás, cuando estaba en plena secundaria, esa carnicería social a la que la mayoría nos vemos sometidos. De todas formas que no se mal interprete, bien se podría entender de lo anterior que era uno de esos pobres chicos victima de burlas, pero no, simplemente un estudiante común, en todo sentido. Bueno, no en todo sentido precisamente, tenía, tengo, un particular don. Puedo leer mentes. Bien imagino la risa del lector en este momento, espero que esto cambie cuando termine de leer el relato. Yo por esa época no tenía ninguna pasión específica, mis tardes se pasaban entre el futbol, y el ocio. Pero sin explicación alguna recuerdo haberme encontrado una mañana de un sábado, con la imperiosa necesidad de dibujar, y así pase esa mañana, dibujando y dibujando, recuerdo que esa tarde no fui con mis amigos a pelotear solo para dibujar, las imágenes simplemente me llegaban, y algún que otro pensamiento vago, que ya no recuerdo; me era ajeno, lo sabía fuera de mí, pero no le dí importancia. Al día siguiente, domingo, noté un cambio, los pensamientos anteriores ya no me atacaban, ni las ganas de dibujar, era distinto lo que pasaba por mi cabeza entonces, ahora eran autos, carreras, todo lo que esté relacionado con el automovilismo, y una extraña simpatía por San Lorenzo. Pero como dije antes no le dí importancia alguna. Lo que me empezó a llamar la atención fue lo variado de mis pensamientos, y lo ridículo de los mismos, la incoherencia de algunos, solía quedarme horas enteras pensando sobre la mala actitud que había tenido una tal Carolina (nombre que por supuesto no me remitía a nadie conocido) en el supermercado, o imágenes de caras jamás vistas por mí.
En fin situaciones de ese tipo, creo que a esta altura se entiende lo que trato de describir.
Ahora voy a tratar de contar el por qué de mi seguridad cuando me llamo un lector de mentes (aunque sería más exacto decir, un receptor de pensamientos y sentimientos ajenos). Fue en el mismo colegio donde lo descubrí o tuve las primeras pistas. Vanesa (este nombre no es el verdadero, pero no quiero comprometer a nadie con mi relato) gustaba de pintar, dibujar, era la artista del curso. Siempre en los recreos, o durante las mismas clases se pasaba el tiempo rayando las hojas de la carpeta. Yo y ella éramos bastante cercanos, y siempre me hacía un tiempito antes de ir a fumar al baño en el recreo para pasar por su banco y ver que había estado haciendo. Un martes, si mal no recuerdo, fue que esta rutina se repitió, pero con un desenlace distinto. Mi sorpresa fue tal al ver que sus dibujos, con fecha situada en un sábado, coincidían exactamente a los que yo había estado realizando ese sábado (salvando las distancias entre alguien con práctica y alguien que lo hacia por primera vez) que me quede pálido, balbucí un par de frases sin sentido y salí casi corriendo del aula. Ese día me fui del colegio, me fui lejos e intenté cavilar algo. Las consecuencias del escape las voy a omitir, son predecibles, y no van al caso. Paso a las conclusiones sacadas en ese momento:
1) Una simple coincidencia. Descartada por su infantil simplicidad
2) El tiempo relativamente elevado que paso con ella, el intercambio de ideas y la muy parecida forma de pensar, nos llevaron a formular una idea similar, y converger en la misma representación gráfica. Descartado por no llegar a explicar mi impulso repentino de dibujar, y lo relativo a las fechas.
3) Hubo ese sábado una especie de conexión mas allá de lo físico, que me hizo coordinar mis pensamientos con los de ella, el causante del fenómeno imposible saberlo ahora. Esta opción pasa a ser la más factible, por explicar lo espontáneo de los dibujos, la similitud de los mismos, y la fecha coincidente.
Luego con el tiempo traté de darle forma a esta conclusión. ¿Quién era el que tenía la capacidad sobrenatural, yo o ella? Me di cuenta que era yo, tan solo eso explicaba los ridículos, inconstantes, incoherentes y pasajeros pensamientos (con el tiempo fue afectando mis emociones esta condición), y todas esas personas o situaciones en las que me veía involucrado mentalmente tan ajenas a mí y a mi vida. ¿Podría hacerlo con quien yo quisiese? Esto fue simple de comprobar y la respuesta fue rotundamente negativa, por lo que me permití pensar que la mente de la cual recibía información era simplemente una selección, o bien azarosa, o bien que yo no comprendía. Con el tiempo note que no era azar, y yo podía escoger si cambiar o no mi emisor, después de unas cuantas semanas podía sentir el momento en que se me era permitida la variación o salto, pudiendo yo elegirlo o no. Sin embargo no podía elegir el momento de cambiar, era algo que simplemente lo presentía, es muy difícil de explicar, pero creo que la idea llega lo suficientemente clara. ¿Podría sacar algún provecho? Lamentablemente llegue a la conclusión de que no podría hacerlo. No podía acceder a la totalidad de la mente leída. Y aunque después aprendí a recibir en forma muy concisa los pensamientos de quien fuese mi emisor/a en ese momento, muy pocas veces eran pensamientos útiles, siempre eran banalidades cotidianas y poco importantes, de quién sabe quién, también me eran negados los nombres de los emisores. ¿Cuál era su alcance? Todo el planeta, la primera vez que comprendí que estaba en la cabeza de una persona que manejaba otro idioma fue impactante, y tuve cierta sensación de alegría. Aunque para ese entonces, ya era el poliglota que soy hoy en día y mi profesión de viajante y empresario ya estaba consumada. ¿El motivo de esta habilidad? Nunca lo supe, ocupe muchas tardes tratando de encontrar algo que lo explique, y no pude, simplemente no pude.
A lo que fue mi vida luego de la secundaria quiero dejar escrito que fue de lo más normal, claramente esta habilidad, me llevaba a ser impredecible, o sumergirme en profundas depresiones, de las cuales por suerte siempre pude salir. Mi profesión fue revelada en el párrafo anterior, por el solo hecho de que no creo que comprometa en lo mas mínimo mi anonimato, ni el de mi familia. Mi vida actual está compuesta por mi esposa (mente a la cual nunca pude acceder) y mis dos hijas. Explayarme en ello seria desviarme del relato, y comprometer su privacidad. Y en cuanto al nombre de quien escribe, creo, que prefiero que permanezca en el anonimato. Y por ultimo, quiero simplemente decir que no soy afín a escribir, y con lo anterior ya expuesto, se prevé, que en estos momentos estoy leyendo directamente de la mente de algún escritor, que pensó todo lo anterior.

Texto agregado el 14-05-2011, y leído por 84 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
14-05-2011 No deja de ser interesante tu relato...sobre todo el hecho que lograstes descubrir y canalizar estas aptitudes tan propias de esa edad...me hubiese gustado omitir historia veridica...aun asi me parece genial.felicitaciones atte perres. perres
 
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