Para que yo fuera un viejo fue necesario el constante azote del viento en la huella polvorienta de la retorcida senda. Para que yo fuera nadie fue necesario que el todo se derrumbase en una efímera sacudida del más absurdo pensamiento. Para que yo fuera un sueño fue necesario solo un poco de lluvia que desbordase el repleto y olvidado recuerdo. Para que yo fuera poeta fue necesaria una gota de sangre que se le escapo al alma en una oscura alborada. Para que yo fuese hombre tan sólo seria necesario uno de sus besos. Es vital… Joan © Bosch 14/05/11
Texto agregado el 14-05-2011, y leído por 131 visitantes. (6 votos)