Una puta que tenía más pinta de dormir bajo techo que yo, se me acercó para preguntarme si me había perdido. Estuve a punto de responderle que no. Sin embargo, llegó su amigo.

Tranquilos, ni él ni yo.

Y es que, al final, siempre se me da mejor de lo que pensaba eso de llevarme bien con todo el mundo. Al menos, volverle a saludar.

Si le quitáramos la autocomplacencia a las líneas sobre el mundo (es decir, sobre ti) que te has guardado en una servilleta de barra (sucia, típico), ¿qué te quedaría?

No, demasiado viejo. Obvio.

Lo que te gotea desde la peluca es... como sangre, ¿no? Acojona pensar que no habrá diferencia con el "mañana". Que todo día será como este: símplemente: tecnología de sálvate el culo.

Mientras, alguien utilizará su tragedia personal de una forma más rentable. Se llama: poesía.